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El cometa interestelar 3I/ATLAS se convirtió en uno de los fenómenos astronómicos más enigmáticos del año. Desde su hallazgo en julio de 2025, su comportamiento anómalo ha despertado la curiosidad de científicos y astrónomos en todo el mundo.

La NASA y otras agencias espaciales internacionales siguen de cerca su evolución, ya que las observaciones previstas para diciembre podrían modificar la comprensión actual del espacio interestelar.

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Este cuerpo celeste, que constituye el tercer visitante interestelar detectado en el sistema solar, después de 1I/'Oumuamua y 2I/Borisov, fue descubierto por el Sistema de Alerta de Impactos Terrestres de Asteroides (ATLAS).

Con un diámetro estimado entre 5 y 11 kilómetros, el 3I/ATLAS se perfila como un objeto excepcional tanto por su tamaño como por sus extrañas características.

Un visitante interestelar que desafía las leyes conocidas

Desde su llegada al sistema solar, el cometa 3I/ATLAS ha mostrado un comportamiento inusual. Su rasgo más sorprendente fue la aparición de una anticola, una estructura que, en lugar de alejarse del Sol como ocurre normalmente, parecía apuntar directamente hacia él. Esta estela "al revés" desconcertó a la comunidad científica, ya que desafía las leyes conocidas sobre la interacción entre los cometas y el viento solar.

Durante julio y agosto, el cometa exhibió una silueta elongada que reflejaba una intensa actividad cercana al Sol. Incluso el róver Perseverance, desde Marte, logró captar el brillo de su trazo luminoso, un hecho que contribuyó a aumentar el interés global por este visitante interestelar.

El misterioso cambio del cometa 3I/ATLAS

En septiembre, los astrónomos David Jewitt y Jane Luu registraron una transformación inesperada. El Telescopio Óptico Nórdico documentó cómo la anticola se replegó y dio paso a una cola convencional, orientada en dirección opuesta al Sol. Este cambio marcó una transición significativa en el comportamiento del cometa, que pasó de proyectar polvo hacia el Oeste a formar una estela típica hacia el Este, impulsada por la presión de radiación solar.

Los especialistas consideran que este fenómeno podría deberse a la variación en la actividad del dióxido de carbono presente en el núcleo del cometa, un gas que suele impulsar las emisiones de materia en este tipo de cuerpos celestes.

La hipótesis de un posible origen artificial

El astrofísico Avi Loeb, reconocido por sus teorías poco convencionales, sugirió la posibilidad de que el 3I/ATLAS no sea un cometa común, sino un objeto de origen artificial. Según su hipótesis, la aparición de la anticola y su posterior desaparición podrían interpretarse como señales de una tecnosignatura, es decir, una evidencia de maniobras controladas por inteligencia no humana.

Loeb considera que si la anticola actuó como un mecanismo de propulsión, el cambio posterior podría representar un ajuste de trayectoria. Su colega, Adam Hibberd, incluso propuso que el objeto podría estar intentando establecer una órbita estable alrededor del Sol.

La comunidad científica mantiene cautela

Pese a las teorías alternativas, la mayoría de los astrónomos insiste en que el 3I/ATLAS es un cometa natural. Los estudios de Jewitt y Luu señalan que la pérdida de masa observada se corresponde con la sublimación de dióxido de carbono provocada por la radiación solar.

Las observaciones del telescopio espacial James Webb confirmaron que el núcleo del cometa está compuesto principalmente por dióxido de carbono, un elemento común en cuerpos helados, aunque en una proporción poco habitual. A pesar de haber perdido más de 2 millones de toneladas de masa, el 3I/ATLAS conserva la mayor parte de su estructura, estimada en 33.000 millones de toneladas.

Diciembre será clave para resolver el enigma del 3I/ATLAS

La NASA y varios observatorios internacionales se preparan para realizar nuevas mediciones en diciembre, cuando el cometa se acerque nuevamente al Sol. Estas observaciones podrían definir si el 3I/ATLAS es un cuerpo natural con características atípicas o si, por el contrario, exhibe propiedades que desafíen los modelos actuales de la física espacial.

El fenómeno promete ofrecer datos inéditos sobre la composición y el comportamiento de los objetos interestelares, abriendo la posibilidad de reescribir parte del conocimiento existente sobre el cosmos.