La tenue y cálida luz del Bebop Club colmado de público se apaga por completo y desde la entrada del salón apenas se escucha una voz que hace callar al instante a los presentes: “Suena el piano, la luz está sobrando, se hace noche de pronto y sin querer las sombras se arrinconan, evocando a Griseta, a Malena, a María Ester”.
Con Tal vez será su voz arrancó la primera noche de varias que tiene en la agenda el virtuoso cantante de tango Ariel Ardit en el local de San Telmo. El sótano de Aldo’s, territorio hasta el momento del jazz, tuvo su bautismo con el 2X4 de la mano de uno de sus más destacados intérpretes de la actualidad. Hubo entradas agotadas varios días antes del show.
Acompañado por Andres Linetzky al piano y en la intimidad que da la cercanía con el público, el cantor cordobés continuó con un puñado de clásicos “Románticos para chapar”, provocó Ardit. Y uno a uno llegaron Rondando tu esquina, Niebla del Riachuelo, Sueño querido y Milonguita (Esthercita).
“Dale rosca ,Ariel”, agitó un talibán del 2x4 desde el medio del salón. “Un primo, un amigo”, saludó el cantante y agregó “Tranquilo, de menor a mayor”.
“Hay tangos que tienen que ver con historias comunes, con historias que se pueden contar hoy en día, entre una mujer y un hombre, entre un hombre y una mujer‘, dijo y agregó: ‘Entre un muchacho y una muchacha, entre un hombre y un hombre, entre una mujer y una mujer, entre un hombre y dos mujeres, entre dos mujeres y hombre...es la vida”.
El remate de Ardit arrancó las risas de un público que no sospechaba ni por asomo la performance que vendría en un rato más tarde.
Interpretó entonces Es la vida un tango “nuevo” con letra y música de Lucio Tobaldi incluido en el álbum de 2013, "Yo lo canto hoy".
Luego vendría un bloque especial en varios sentidos. "Vamos a hacer un homenaje que tiene que ver con un aniversario que se da este año por los 80 años de la muerte de Carlos Gardel", dijo el cantor e interpretó Cuesta abajo y Arrabal amargo.
"Yo me guardé el chamuyo porque siempre me dicen: hablás mucho y cantás poco", explicó Ardit.
“Esta vuelta el show termina acá”, chicaneó y preguntó al público: “¿Alguno se tiene que ir ya? Porque les voy a contar una historia. Hace poco fui a Grecia, más precisamente a Atenas y el Olimpo... Póngale onda porque es la primera vez que lo voy a decir, si ven que me trabo se ríen igual...‘, dijo ante el desconcierto del general.
Sobrevino entonces el inesperado debut del cantante como comediante. La historia para introducir el gardeliano Noche de Atenas se transformó en un verdadero stand-up que versó sobre aquéllos dioses que poblaban el monte más alto del primitivo país helénico, claro que todo con una visión arrabalera del asunto.
Así en la rutina humorística aparecieron Zeus y sus rayos que no negaba a nadie, la aparente accesible Afrodita, el delicado Apolo y sobre todo Dioniso o su versión más fácil de entonar en cualquier estado etílico, Baco. Por arte y magia de Ardit se entreveraron con el cepo a las importaciones o el almuerzo de la señora Mirtha Legrand.
Había corrido ya mucho néctar y ambrosía por el Bebop Club para cuando la musa de Ardit apareció de nuevo y dejó dos versiones de Lejana tierra mía y La Mariposa para el deleite.
Luego al cantor se despachó con Que me quiten lo bailao, un clásico popularizado por Julio Sosa que recuerda, picaresco, la farra juvenil. El tema fue cantado con gran sentimiento por algunos que peinaban canas pero que en vista de su compañía en la mesa, de varios abriles menos, no habían perdido las mañas.
En el sprint final y con acompañamiento de piano, contrabajo, bandoneón y violín, Ardit coronó la noche a pura rosca con Mala suerte, Garúa, Canción a tu presencia, En carne propia y Romance de barrio.
¿Cuándo? Los sábados de Febrero.
¿Dónde? En Bebop Club, Moreno 364.
Más info y agenda en: www.bebopclub.com.ar