En esta noticia

En líneas generales, existe consenso en la comunidad acerca de la necesidad de realizarse una mamografía al año a partir de los 40 o 50 años y está muy bien. Sin embargo, la mayoría de las mujeres no recuerda cuándo fue la última vez que le tomaron la presión arterial, ni sabe qué nivel de colesterol tiene.

La falta de concientización sobre la importancia de estas enfermedades es una falencia importante en términos de salud. Se cree erróneamente que la enfermedad cardiovascular es un problema que afecta exclusivamente a los hombres y, por lo tanto, la mujer considera que hace todo lo necesario por su salud, en términos de controles médicos, si cumple con sus chequeos ginecológicos de rutina.

Otro elemento por el que la mujer, en general, desatiende el cuidado de su corazón es el ritmo de vida moderna. Hoy la mujer tiene múltiples actividades, trabaja y mucho; además, estudia, se hace cargo del hogar, tiene vida social y ocupa su agenda con múltiples actividades, lo que la obliga a dormir menos de lo necesario, perpetuando lo que se parece cada vez más a una interminable carrera contra el tiempo.

Esa vorágine trae aparejada también la necesidad de realizar una buena gestión de las emociones y, particularmente, del estrés, que es por sí mismo un factor de riesgo cardiovascular.

Si las mujeres pudiéramos poner el foco un poco más en nuestra salud cardiovascular, realizándonos los chequeos pertinentes para controlar los factores de riesgo, podríamos prevenir o controlar mejor las enfermedades como la hipertensión arterial, la diabetes, la dislipemia (colesterol elevado) y la obesidad. El mayor retraso en la consulta, como en toda enfermedad crónica, dificulta el tratamiento y empeora el pronóstico a largo plazo.

Un informe reciente de la Comisión de las Mujeres y las Enfermedades Cardiovasculares, publicado en la revista especializada The Lancet, estima que 275 millones de mujeres en todo el mundo presentan enfermedades cardiovasculares y establece que la principal causa de muerte fue el infarto (47%), seguida del accidente cerebrovascular (36%).

En contrapartida, la realización regular de actividad física de moderada a intensa beneficia la salud cardiovascular, reduce el riesgo de cardiopatía y el del accidente cerebro vascular (ACV). Además, reduce el estrés, la depresión, la ansiedad y mejora el estado de ánimo.

Los síntomas de infarto en la mujer pueden presentarse de modo no del todo claros como son en el hombre, que en la mayoría de los casos incluyen un dolor opresivo en el pecho o en el estómago e irradiarse al brazo izquierdo. Mientras que la mujer experimenta meramente un ardor en la región superior del abdomen, mareos, cefaleas, malestar estomacal y/o sudoración.

Aunque cada uno de estos síntomas no represente necesariamente que se esté ante un infarto, lo prudente es -ante la duda y si algo de estos síntomas llama la atención- no perder tiempo y acudir a una guardia porque son minutos u horas valiosos que salvan vidas.

Embarazo, diabetes e hipertensión

En el universo de enfermedades cardiovasculares, cumple un rol relevante el desarrollo de diabetes tipo 1 y tipo 2, una condición sumamente frecuente en nuestro país y en el mundo.

Se puede tener diabetes y llevar una vida plena, sobre todo logrando controlar la enfermedad con seguimiento médico, control de los factores de riesgo, buena educación diabetológica, estilo de vida saludable y cumpliendo con el tratamiento indicado por su médico.

En la actualidad, se está abandonando la mirada glucocéntrica, focalizada únicamente en controlar el nivel de glucosa en sangre, para pasar a un abordaje más integral, que incluye lograr también un peso corporal adecuado y controlar el riesgo cardiovascular que esta enfermedad metabólica inherentemente incrementa.

Respecto, específicamente del embarazo, las mujeres que tienen diabetes pueden llevar un embarazo sano a término sin descuidar el control de su enfermedad, pero requieren de un abordaje específico que incluye controles más frecuentes con su diabetólogo y con su obstetra.

Sin embargo, otro escenario frecuente (afecta a alrededor del 5%) y a veces insospechado es el de mujeres que no tenían diabetes hasta que están embarazadas y desarrollan lo que se conoce como ‘diabetes gestacional.

Es importante controlar esta condición tanto por la salud de la madre como la del bebé. Se puede lograr un buen control con medicación y seguimiento, por eso es tan necesario que las mujeres gestantes se realicen los controles de rutina durante el embarazo, para que el especialista pueda detectar a tiempo este cuadro y tomar medidas que prevengan cualquier riesgo.

Lo más habitual es que los valores de azúcar en sangre de esa futura mamá vuelvan a la normalidad luego de dar a luz y desaparezca esa diabetes. Sin embargo, está estudiado que aquellas mujeres que tuvieron diabetes gestacional presentan riesgo aumentado de desarrollar diabetes tipo 2 en el futuro, por lo que es importante que sigan con controles de salud y lleven un estilo de vida saludable.

Sucede algo similar con la presión arterial elevada durante el embarazo (trastornos hipertensivos del embarazo), presente en el 10% de los casos. Es importante tomarse la presión con frecuencia, consultar a su médico, iniciar un tratamiento a tiempo y luego hacer un seguimiento a lo largo de los años por el riesgo elevado de desarrollar hipertensión en el futuro o una enfermedad cardiovascular.

Vida sana, corazón sano

El informe de The Lancet también menciona que la necesidad de la evaluación del riesgo de enfermedades del corazón en las mujeres desde su juventud, previo a la menopausia y se extiende más allá de la evaluación tradicional, incluyendo datos de su historia ginecológica y obstétrica.

Es relevante este análisis, ya que saber acerca de su primera menstruación, uso de anticonceptivos, si tuvo embarazos con alguna complicación, así como también la salud de sus ovarios, si está transitando la menopausia o en tratamiento con terapia hormonal, todos estos antecedentes permiten llegar a un diagnóstico más preciso sobre la salud cardiovascular de la mujer actual y a futuro.

Un estilo de vida saludable debe incluir una vida activa, en movimiento, combinada con una alimentación variada y equilibrada, un buen manejo de las emociones y del estrés, cero tabaco, ingesta nula o moderada de alcohol, visitas al cardiólogo con la frecuencia que este indique y control de los factores de riesgo cardiovascular.

Las mujeres de todas las edades deben tomarse en serio las enfermedades cardiovasculares y hacer que el cuidado de su corazón sea parte del estilo de vida saludable que eligen y refuerzan cada día, para que puedan llevar una vida más sana y plena.