Los empresarios brasileños organizan una ofensiva para entrar en un mercado prácticamente ignorado hasta hoy y que tiene el tamaño de un pequeño país: las licitaciones de la ONU. El año pasado, las Naciones Unidas adquirieron casi u$s 3.000 millones en bienes y servicios, a través de licitaciones públicas. La participación de Brasil fue irrelevante: solamente u$s 68.000, lo que equivalió al 0,02% de todas las compras de la organización.
Productos textiles, alimentos, vacunas, materiales farmacéuticos y sistemas de telecomunicaciones están entre los objetivos. Existe un desconocimiento muy grande sobre esa oportunidad, dijo el gerente ejecutivo de la unidad de comercio exterior de la Confederación Nacional de Industria (CNI), Diego Bonomo. Los productos y servicios comprados por la ONU se destinan, por ejemplo, a misiones de paz y campos de refugiados.
Rusia es actualmente la mayor proveedora de las Naciones Unidas, con sus ventas de helicópteros y camiones, pero todos los países del Brics superan a Brasil por su volumen exportado. Naciones con bajísima representatividad en el comercio internacional, como Sudán y Afganistán, tienen una participación relativamente alta en las compras de la entidad, porque atienden de forma local el abastecimiento de productos básicos a las misiones de la ONU.
Como la ONU trabaja con muchas acciones de emergencia, precisa siempre renovar sus stocks con relativa anticipación. Hay un mundo de oportunidades, inclusive para empresas de mediano porte, afirmó el director de desarrollo industrial de la CNI, Carlos Abijaodi, para quien el reposicionamiento de la tasa de cambio facilitará esa ofensiva. La devaluación reciente del real anima nuevamente a los exportadores a buscar mercados.
La CNI pretende identificar esas oportunidades en las licitaciones y mapear los procedimientos que precisan cumplir las empresas. Antes de presentar propuestas en las competencias, se necesita entrar en un registro general de proveedores. Es un proceso burocrático, con documentos en inglés, pero vale la pena, destacó Abijaodi. Dijo que incluso perdiendo eventualmente las primeras licitaciones, los exportadores brasileños tienen que continuar participando para quedarse con una franja del mercado de compras de las Naciones Unidas. Hay que buscarle la vuelta al negocio, agregó.
El director superintendente de la Asociación Brasileña de la Industria Textil (Abit), Fernando Pimentel, coincidió con el diagnóstico de que las empresas nacionales desconocen el proceso de licitaciones de la ONU y evaluó que hay espacio para avanzar. Se refirió al contraste entre la participación geopolítica creciente de Brasil y la irrisoria participación del país en las compras del organismo internacional. La ONU es un cliente importante un nuestro talón de Aquiles está en la provisión de productos para la entidad, señaló.
La ofensiva de la CNI, al mapear las oportunidades en las competencias de Naciones Unidas, tiene lugar en un momento estratégico en el área de comercio exterior de la entidad empresarial. El lunes, la CNI asumirá la presidencia de Brazil Industries Coalition (BIC), con oficina en Washington, abierto en el 2000, para defender los intereses del sector privado brasileño en Estados Unidos.
La organización empresarial brasileña tiene el foco en el Sistema General de Preferencias (SGP), que brinda descuentos sobre los aranceles de importación cobrados a productos de determinados países, incluyendo Brasil. Los beneficios actuales pierden validad este miércoles. Aún no se sabe por cuánto tiempo se renovará el sistema y si continuará beneficiando a productos brasileños.
Normalmente, el Congreso estadounidense aprueba la extensión del SGP de forma retroactiva, devolviendo el impuesto de importación que pagaron de más las empresas en el período sin la concesión de las preferencias. La apuesta de Bonomo es que esta vez la renovación tendrá lugar por otro año, plazo establecido la última vez.