Un informe reciente de las autoridades sanitarias encendió las alarmas: la enfermedad de Chagas, que durante décadas se consideró exclusiva de América Latina, ya se ha convertido en un problema creciente dentro de Estados Unidos.
Lo que antes parecía un riesgo importado, hoy preocupa a la comunidad médica local, tras confirmarse la presencia del parásito en 32 estados.Un parásito letal ya se convirtió en endemiaUn parásito letal ya se convirtió en endemia
Alerta en Estados Unidos: un parásito letal ya se convirtió en endemia
El Trypanosoma cruzi, transmitido por el insecto conocido como chinche besador, fue detectado no solo en áreas rurales, sino también en animales domésticos, fauna silvestre y pacientes que nunca habían viajado al extranjero.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), ya se identificaron casos autóctonos en al menos ocho estados, siendo Texas el más afectado.
Una amenaza silenciosa y subestimada
Durante años, el país se consideró "no endémico", lo que redujo la inversión en vigilancia epidemiológica. Esa falta de control facilitó la propagación silenciosa del parásito, dejando a miles de personas sin diagnóstico ni tratamiento oportuno.
La OMS estima que más de 7 millones de personas conviven con la enfermedad en el mundo, mientras que los CDC calculan que alrededor de 280.000 estadounidenses estarían infectados sin saberlo.
Los síntomas del Chagas y sus riesgos a largo plazo
La infección tiene una fase inicial poco visible, que puede causar fiebre, malestar general o hinchazón en los párpados. Sin embargo, el verdadero peligro aparece en la fase crónica: hasta un 30% de los pacientes desarrolla problemas cardíacos o digestivos graves, con riesgo de insuficiencia cardíaca o incluso muerte súbita.
Cada año, se registran cerca de 10.000 muertes en el mundo por esta causa, lo que convierte al Chagas en una enfermedad de alto impacto y aún poco atendida.
El diagnóstico temprano es clave
Actualmente, no existe una vacuna preventiva contra el Chagas. Los tratamientos disponibles son más eficaces en las primeras etapas, por lo que la detección temprana se vuelve fundamental.
Las autoridades sanitarias recomiendan reforzar la vigilancia epidemiológica, capacitar al personal de salud y garantizar controles en donaciones de sangre, trasplantes y embarazos, para evitar la transmisión.