Las ventas en retail cayeron 5,3% anual en octubre y acumulan un 7,5% en los primeros 10 meses del año, según la Came. En indumentaria, las ventas continuaron cayendo (4,5%) pero la baja se suavizó, debido a que fue uno de los sectores más favorecidos por los planes de financiamiento sin interés a largo plazo. Pero, la industria textil es una mega telaraña de actores en distintas etapas de la cadena productiva, que nace en el desmote (proceso para obtener las fibras) del algodón, principal materia prima de las prendas locales, pasa por enormes hilanderías, cientos de tejedurías, otras firmas, que ofrecen servicios de teñido y terminación, hasta llegar a las manos de los creativos de la moda. En el medio de esa cadena de enredos están las tejedurías, un grupo de al menos 600 empresas, dividas entre dos grandes grupos: los fabricantes de tejidos planos (para elaborar pantalones, camisas y sabanas) y los de tejidos en punto y otros (como remeras de piqué y medias).
Las tejedurías, en su mayoría pymes (se estima que en toda la industria textil, un 96% de las 15.000 empresas, entre todos los eslabones, son pequeñas y medinas firmas familiares), obtienen los hilados, naturales (70%) y sintéticos (30%) y los transforman en telas.
Norfabril, de la familia Yeramian; Amesud, de los Kim; Marco Meloni con Italcolore; y los hermanos Lukacs, de Tecmatex; repasan la última década de un segmento, que avanzó 3,6% (en volumen) en los primeros ocho meses del año frente a igual período de 2013 (Indec). A su vez, el uso de la capacidad instalada de toda la industria se ubicó en 76,6% versus 74% del año pasado, según la Fundación Pro Tejer, en base a cifras del Indec.
Ese mismo indicador ronda el 72% en el eslabón de la cadena donde las tejedurías son protagonistas, según la misma Fundación. En lo que respecta a la inversión en bienes de capital importado, la industria en su conjunto desembolsó u$s 175 millones en los primeros ocho meses del año versus u$s 187 millones, en 2013 (ver recuadro).
"Las torsiones de los hilos al elaborar los tejidos definen si son de punto o plano. Las tejedurías industriales de punto son la base de remeras de piqué, joggings y productos de moda, en general; por su parte, los tejidos planos son funcionales a pantalones, camisas y sábanas. Luego, pasa por las tintorerías, para estamparlos o teñirlos. Y, finalmente, se vende la tela por metro de largo para la confección final de prendas", explica en detalle la cadena productiva Jorge Sorabilla, presidente de la Fundación Pro Tejer y directivo de TN&Platex, la mayor hilandería del país, con siete plantas, en manos de la familia Karagozian.
En primera persona
"En el primer semestre, se notó la caída en la demanda en tejidos, pero pudimos mantener gran parte del volumen a partir de un aumento en la venta de las confecciones de prendas y generación de stock", resume Pablo Yeramian, director del Grupo Norfabril, dueño de la tejeduría de punto Textil Iberá y fabricante de prendas terminadas con marca propia y para terceros.
"La importación de productos similares nos afecta, pero el principal problema se observa con las importaciones informales, ya que estos tejidos suelen ingresar a precios que no cubren los costos nacionales", reconoce el empresario que exporta casi un 5% de su producción. Yeramian no sabe especificar el pico de rentabilidad que tuvo en la última década pero asegura que, a partir de 2011, los márgenes cayeron porque no se pudieron trasladar los aumentos de costos a los precios.
Sin embargo, el Grupo Norfabril, al tener un 50% de la producción integrada a la confección de prendas como chombas de piqué, agrega más valor y puede mejorar sus márgenes. "La relación es casi entre 2 o 3 a 1. Si el kilo de tela vale $ 100, el de prenda terminada, cuesta entre $ 200 y $ 300", ejemplifica el hijo del fundador, que solo en la tejeduría (Textil Iberá) desembolsó u$s 1 millón en inversiones en los últimos años, en su planta de Laguna Brava, Corrientes, a partir de la reinversión de utilidades.
La familia Yeramian se encuentra al frente del rubro desde 1979. Hoy, tiene una planta de 6.000 m2 en Corrientes, con 3.000 toneladas de capacidad instalada de tejidos por año y otra para confecciones. "Solo en tejeduría tenemos 100 empleados, pero tuvimos algunas suspensiones este año", reconoce el empresario.
El economista de la Fundación Pro Tejer Ariel Shale señala que este año es difícil y grafica el escenario de la siguiente manera: el crecimiento de los últimos años en esta industria era como un avión con dos turbinas, una de rentabilidad (que viene cayendo desde hace cuatro años) y la otra apoyada en el mercado (a medida que caían los márgenes se compensaba con mayores volúmenes). "La novedad, es que la turbina del mercado también presentó fallas y la industria ingresó en zona de turbulencias", explica. "Hay cierta heterogeneidad en este escenario de turbulencia. Las tejedurías de punto (como Textil Iberá) están sufriendo más que otros sectores, porque las importaciones de productos equivalentes se incrementó un 35% este año, versus el anterior".
Con foco estratégico
Desde Amesud, la textil integrada desde la tejeduría de punto hasta los servicios de tintorería, perteneciente a la familia de origen coreano Kim, su gerente Comercial, Héctor Borrell, asegura: "No miramos la importación, sino que tenemos objetivos de crecimiento con la mirada puesta en el mercado local". Sin embargo, admite que las medidas paliativas versus las importaciones informales son beneficiosas para la industria nacional. Con la mirada puesta en el lanzamiento de nuevos productos y clientes, aspira a seguir creciendo en 2015.
Amesud, con una capacidad instalada de 700 toneladas de tejido de punto por mes, tuvo un 2014 con altibajos. "El mostrador es el termómetro de los clientes, porque no llegamos directamente al consumidor", explica Borrell. "La definición de invierno y verano también cambió y eso afecta la demanda de telas, agrega uno de los hombres de Amesud, que encuentra en la tecnología una de las fortalezas de la empresa, que invirtió u$s 2 millones en maquinaria para su área de tejeduría (entre 2010 y 2011). El monto se destinó a ampliar la tecnificación de su producción y expandir su capacidad instalada un 30% y así responder rápidamente a las demandas de clientes con diversidad de tejidos. "Nuestros proveedores son las hilanderías (90% nacional) y fabricantes de productos químicos y les vendemos a confeccionistas de prendas de punto, como jersey y piqué y también telas para calzas", puntualiza el empresario.
Marco Meloni es otro de los empresarios del sector que apuesta a consolidar la industria. El vicepresidente de la Fundación Pro Tejer participa con distintas sociedades en el mercado, desde venta de repuestos de telares, producción de tejidos y servicios de terminación. "En el primer semestre, la industria en general cayó y vino acompañada de una mayor oferta de importación (por las DJAI). En el segundo semestre, la industria se recuperó con un trabajo cualitativo de la mano del Gobierno. Se trabajó sobre un semáforo: verde para todo lo que no se hace localmente, pero se necesita; amarillo, para cosas que se producen pero no alcanzan a abastecerse con la producción local; y rojo para todos los productos que no solo se hacen aquí, sino que incluso queda excedente exportable", explica en detalle Meloni.
Su empresa, Italcolore (entre otras), desembolsó u$s 7 millones en la década. Pasó de 25 empleados en 2002, a 125 hoy. La firma tiene la capacidad de trabajar 1,2 millón de metros de tela por mes (terminación y tintorería), de los cuales 40 clientes absorben el 70% y el resto es tejido propio. "Producimos unas 250 toneladas de tejidos por mes", reconoce Meloni, que aspira a incrementar el peso de la producción propia.
Para Fernando Lukacs, propietario de Tecmatex, la última década fue la mejor de sus 30 años en la industria. La empresa, con una producción promedio de 150.000 metros mensuales de telas planas, opera al máximo de su capacidad instalada y quintuplicó la superficie cubierta de su planta, en Lanús, hasta alcanzar los casi 4.000 m2 y una docena de empleados.
"A medida que modernizamos los equipos, los técnicos mejoran su forma de trabajar. Antes, una persona manejaba cuatro máquinas y hoy puede manejar ocho, en resumen, mejora la eficiencia", destaca algunos de los beneficios de modernizar la planta, que primero concretó con reinversión de utilidades y en la última etapa sumó la colaboración financiera del Banco Provincia. El proceso continuará el año próximo. "Planeamos comprar nuevas máquinas que, al ser más rápidas, pueden incrementar los volúmenes", asegura el empresario.
Tibor Lukacs, siempre estuvo vinculado a la industria textil, primero con la venta de máquinas y la tejeduría, a través de tercerizados, hasta que, en 1993, decidió incursionar como fabricante de tejidos planos. Hoy, sus hijos (Fernando y Elizabeth) están al frente de la firma que produce gabardinas, gross (cortinería y bermudas) y lienzos. "Compramos hilos a las principales hilanderías del país y tercerizamos la parte de tintorería", resume Lukacs, que divide su facturación entre productos propios (80%) y para terceros (20%). En este último, incluye las exportaciones de unas telas especiales hechas con crin de caballos para la firma Entretelas Americanas.
Uno de los problemas que señala Meloni, es la escasez o nula capacidad de financiación en capital de trabajo por parte de las empresas del sector. "Para sustituir más importaciones necesitamos más financiación en bienes de trabajo. Por ejemplo, producimos tela para camisas premium, les vendemos a las 10 marcas líderes del país. Pero desde el hilado a la tela con terminaciones pasan 90 días y eso cuesta plata", ejemplifica para justificar su nulo incremento en el porcentaje de producción de tejidos propios.
Italcolore llegó a operar a más del 80%, pero en el primer semestre del año, la capacidad instalada en uso, cayó al 65%. Sin embargo, proyecta superar el 75% en 2015. "El programa Ahora 12, traccionará las ventas, porque la industria trabaja sobre expectativas y las mismas son al alza", confía Meloni de cara a la próxima temporada.
