

La muerte de Michael Jackson tiene los clásicos ecos del fallecimiento levemente inesperado de una figura pública. Los fans se rasgan las vestiduras, los detractores recuerdan sus costados oscuros y los críticos musicales tratan de rescatar al artista sobre la persona. Entre tanto desfile póstumo y rebote mediático, generalmente lo que empieza a pasar desapercibido es el lugar real de Jackson en la historia de los medios, un espacio innegable y cuyos efectos se hacen notar hasta el día de hoy.
Michael Jackson es la primera súper figura de la era del video clip. El éxito de “Thriller , su disco de mayor venta, está asociado íntimamente a ese fenómeno reciente que eran los canales musicales y modifico el panorama de la televisión y la música para siempre. Para entender un poco tamaña trascendencia, retrocedamos bastantes décadas…
Los primeros cortometrajes musicales fueron parte de las investigaciones de varios técnicos para inventar el cine sonoro. Uno de ellos era Lee De Forest, al que se le ocurrió una forma de que el sonido fuera leído directamente por el proyector. El sistema (patentado como “Phonofilm en 1919) en un principio fue boicoteado por los estudios de Hollywood. Los intentos de De Forest eran realmente primitivos y generalmente se trataba de alguien hablando a cámara en un oscuro estudio. Pero al inventor se le ocurrió algo más: filmar a cantantes y músicos interpretando temas. Guitarristas sin talento, señores tocando el ukelele, matronas excedidas de peso entonando arias… De Forest creó los cortos musicales con los elementos que tenía a mano en la ciudad de New York y los exhibió públicamente por primera vez en abril de 1923. En ese mismo momento la radio comenzaba a expandirse en todo el mundo como el más moderno medio de comunicación. En la Argentina sus primeras transmisiones habían sido tres años antes y el mercado se expandía, por eso el público estaba cada vez más preparado para entender el avance del sonido y ser parte del cambio audiovisual que se venía. En 1924 dos productores de dibujos animados, los hermanos Fleischer, usaron el sistema “Phonofilm para hacer unos cortos donde se escuchaba una canción y una pelotita saltaba sobre palabras para que el publicó cantara los temas al unísono (inventando de paso el karaoke). Recién en 1926 los grandes estudios de Hollywood decidieron ir para adelante y a los dueños de la Warner Bros. se les ocurrió sincronizar discos con la proyección de películas. El invento (conocido como “Vitaphone ) era un dolor de cabeza. Los discos se rayaban a las pocas funciones. Sí había que reparar la película y se salteaba un fotograma, el disco seguía su marcha como si nada con los protagonistas del film abriendo la boca antes de emitir sonido. Sin embargo esos films iniciales (como “Don Juan en 1926 y “El Cantor de Jazz en 1927) fueron muy muy muy exitosos.
La Warner además empezó a producir gran cantidad de cortos musicales para complementar sus largometrajes y tratar de imponer el sistema a la audiencia. Podemos decir que para 1931, con el cine sonoro y la radio en rápida expansión, el video clip se acercaba a la forma que tiene hoy. Antes de la película principal era bastante común poder ver cortos donde grandes bandas de jazz interpretaban un tema.
Pero hay algo más: en las décadas siguientes los norteamericanos y franceses fabricaron unas maquinas donde (metiendo una moneda) podías ver y escuchar a un cantante o un grupo entonando un hit. Estos aparatos tenían nombres tan variados como Panoram en los Estados Unidos y Scopitones en Francia. Su objetivo real era promocionar los simples de los artistas y con esa misma lógica las compañías discográficas también empezaron a producir cortos promocionales que distribuían en los canales de TV de todo el mundo. Para mediados de los años 60 estos cortos ya no eran más un tipo cantando a cámara con una escenografia, si no una combinación donde además se veían otras imágenes acompañando el ritmo. El terreno estaba listo para la revolución que iba a venir.
Hacia fines de los años 70 se acumulaba una tonelada de esos films promocionales con bandas tocando sus éxitos, sus estilos eran cada vez más ambiciosos y sus presupuestos mayores. No había grupo ni solista exitoso que no generara cortos con cada lanzamiento, y algunos convirtieron la formula en su aliado más poderoso, como en los casos de Queen o ABBA.
El primero de agosto de 1981 salió al aire por primera vez el canal de cable MTV, con 24 horas de programación sostenida básicamente por una infinidad de video clips. De hecho (y adelantándose a lo que iba a venir), el primer video que se vio en la señal fue el del profético tema de The Buggles “Video Killed The Radio Star (“El video mató a la estrella de la radio ). Ese año Michael Jackson, un ex niño prodigio que creció frente a las cámaras, preparaba su segundo álbum solista. La gran idea de marketing fue acompañar el lanzamiento del disco con un video clip realizado con un presupuesto de medio millón de dólares (cinco veces más que el promedio de la época) y rodado por un exitoso director de cine, John Landis. El resultado fue Jackson bailando vestido de zombi, maquillado por el ganador del Oscar Rick Baker, al ritmo de “Thriller durante unos hoy increíbles 14 minutos. En 1982 sus efectos también fueron inmediatos, apoyando la venta del disco homónimo con números nunca alcanzados, imponiendo a la industria de la música el video como mecanismo de comercialización obligatorio, instalando la marca MTV para siempre y creando una cultura de la producción de clips.
Rápidamente todos los músicos comerciales y alternativos usaron las mismas herramientas para dar a conocer sus trabajos, incluso rodando videos antes de llegar a completar el disco y lanzarlo a la venta. Los clones de MTV se multiplicaron y más señales del estilo aparecieron, como por ejemplo VH1 (hoy parte de la misma compañía que maneja MTV). En la Argentina “Thriller apareció en un momento único: la música anglosajona volvía a escucharse después de la prohibición que impuso el gobierno militar durante la Guerra de las Malvinas a los temas en inglés. Domingo di Nubila presentó el video en el horario central de canal 9 consagrándolo como un evento y recuperando este tipo de programas para la TV de aire local. Para 1984 los principales artistas argentinos también producían sus videos, empezando por el “Estoy Verde de Charly Garcia.
Con Michael Jackson los clips llegaron a la mayoría de edad, dirigidos por consagrados realizadores (como Martin Scorsese y Francis Coppola), con mayores duraciones e increíbles efectos. El efecto negativo también fue instantáneo y profundo: el packaging empezó a ser mucho más importante que la música, la naturalidad fue un valor en desuso y se instaló una dinámica donde las cosas tenían que pasar muy rápido, los cortes espasmódicos y la narración nula. Esa cultura de la sucesión de imágenes modificó nuestra forma de ver televisión y cine y cada día somos menos pacientes para sentarnos a ver un film que no utilice las mismas técnicas. Tenemos menos capacidad de espera gracias a lo que “Thriller generó en nuestras vidas.
Con el paso de las décadas un Jackson desteñido se volvió un fantasma blanquito, un reflejo del talento que supo tener, una caricatura bañada por escándalos sexuales y comportamientos irracionales. El tiempo quizás borre hasta eso, pero el efecto que tuvo el niño prodigio en nuestras vidas no conoce limites y va a seguirnos probablemente por siempre. Para bien y para mal.










