

¿Qué nos espera? ¿Cuál es el futuro más allá del futuro? ¿Quién desarrollará la próxima revolución para cambiar la forma que tenemos de comunicarnos y relacionarnos? ¿Quiénes serán los grandes artistas, científicos, e innovadores del mañana?
Con estos y otros interrogantes la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) inauguró los festejos por el Día Mundial de la Propiedad Intelectual el pasado 26 de abril.
La creatividad, como bien señala la OMPI, está en el arte, pero hay también innovación en las ciencias duras, en la salud, en la tecnología, en la alimentación y en la producción.
El estímulo a todo ello sólo se hace posible de la mano de un reconocimiento real, moral y patrimonial, a quienes impulsan los avances en esas y otras disciplinas. Tampoco hay que olvidar que cualquier protección en los derechos de propiedad, debe considerar el acceso de dichos descubrimientos a la mayor cantidad de personas posibles, a través de propuestas o modelos de negocios que los hagan económicamente viables y socialmente inclusivos.
¿Por qué el desarrollo tecnológico avanza a pasos agigantados? ¿Por qué se alarga la expectativa y mejora la calidad de vida de las personas? ¿Por qué la producción de alimentos es cada vez mayor, de mejor calidad y con la máxima productividad? ¿Por qué los alcances del conocimiento parecen no tener límites?
Como nunca antes, la innovación, el desarrollo tecnológico, las comunicaciones y el crecimiento cultural se han erigido en elementos determinantes para el desarrollo sustentable económico, social de una nación.
La clave está en brindar un adecuado ambiente de negocios que proteja las inversiones realizadas en estos campos y ponga a disposición de la sociedad los resultados alcanzados.
Así las cosas, el establecimiento de estas condiciones depende tanto de la existencia de seguridad jurídica, como del respeto de tratados internacionales sobre inversiones, propiedad intelectual e industrial.
Por otra parte, no se debe perder de vista que dicho cumplimiento excede con mucho la mera adopción de los instrumentos legales correspondientes. Alcanza al control efectivo de su respeto en el día a día. También a la educación o concientización de la ciudadanía respecto de sus derechos y sus deberes como consumidor, sin perder de vista los beneficios que se obtienen de la comercialización de bienes y servicios que respetan estos derechos de propiedad.
El desafío no es sólo normativo o legal. Inciden variables económicas y, fundamentalmente, culturales, vinculadas con el respeto al derecho ajeno y con la valoración del progreso individual y social, como motores del desarrollo social.
Por eso, celebramos el Día Mundial de la Propiedad Intelectual y a las nuevas generaciones de creadores con la convicción de que innovación tecnológica es la palabra del futuro, y con la seguridad de que el respeto al derecho de propiedad in telectual es lo que la hace posible.










