Mi amigo Nelson estaba decidido a ingresar al mundo de la farándula, para lo cual compró una empresa dedicada a la producción de espectáculos en 1998. En esa ocasión pagó por las acciones 100.000 dólares o pesos, como se decía en los lejanos tiempos del 1 a 1. Pasó el tiempo y la empresa apenas pudo cubrir sus gastos. No retiró dividendos y se conformó con sortear las dificultades que se plantearon en los turbulentos años que siguieron. Ya cansado, se lanzó a la búsqueda de un comprador y finalmente encontró uno que le pagará en los próximos días $ 400.000. Con ese dinero buscará obtener dólares su inversión inicial había sido en esa moneda pero ahora, sin el 1 a 1, no tendrá otra opción que recurrir al dólar blue pera conseguirá con esos pesos menos de 50.000 dólares.

Nelson: ¿ganó o perdió plata? No hace falta ser master en economía para darse cuenta de que perdió mucho dinero, por lo menos 50.000 dólares, sin contar los intereses que dejó de ganar durante los largos 15 años en que fue empresario de espectáculos.

En estos días se agrega una zozobra adicional. Parece que para algunos legisladores y economistas, Nelson en vez de perder dinero lo ¡habría ganado! Si prospera el nuevo impuesto a la renta financiera, tal como se conoce en varios proyectos del oficialismo y de la oposición, Nelson podría terminar pagando el 15% de la diferencia entre los $ 400.000 que recibe ahora y los

$ 100.000 que pagó hace 15 años, es decir, debería pagar

$ 45.000, como si con esta operación hubiera obtenido realmente ganancias.

¿Por qué ocurre esto? Sencillamente por efecto de la inflación. La inversión que realizó Nelson solo puede dar una supuesta utilidad cuando se comparan valores monetarios de muy distinto poder de compra, como es un peso de 1998 con respecto a un peso de 2013.

La inflación en sí misma es un impuesto y si no se la contempla en el impuesto a las ganancias termina siendo doblemente gravosa. El ajuste por inflación impositivo y la actualización automática del mínimo no imponible, las deducciones personales y las tablas de imposición, fueron incorporados al impuesto a las ganancias después de varias décadas donde injustamente se cobró el impuesto sobre la inflación. Una reforma del año 1978 las incluyó con la siguiente particularidad: Las que hoy llamamos rentas financieras intereses, rentas de acciones y rentas de capital quedaban gravadas para las empresas y éstas podían hacer el ajuste por inflación. Por lo tanto, pagaban impuesto sobre la renta real, esto es, después de descontar el efecto inflacionario. En cambio, para los particulares, como la aplicación del ajuste por inflación resultaba compleja, se consideraba que esos ingresos financieros directamente no debían gravarse, en lugar de tratar de determinar qué parte es cobertura inflacionaria y que parte resultado real.

Este sistema funcionó hasta 1991, cuando, Ley de Convertibilidad mediante, se suprimieron todos los mecanismos de indexación. Con la crisis del 2002 no hubo correcciones, y recién en 2006 comenzaron a ajustarse únicamente las deducciones personales después de una intensa presión sindical. El proyecto del llamado impuesto a la renta financiera no toma en cuenta esta situación, como si no hubiera inflación en la Argentina.

Sorprende que junto al oficialismo al menos dos ex presidentes del Banco Central y dos ex ministros de Economía, hoy volcados a la oposición, impulsen estas reformas considerando que es justo cobrar ese impuesto para reemplazar con ello el injusto impuesto a las ganancias sobre los sueldos, en un razonamiento tan demagógico como falso. Lo injusto no es cobrar a uno en vez del otro, sino que el estado considere que los aumentos nominales son ganancias cuando en realidad son efecto inflacionario.

Volviendo al caso de Nelson, sonreirnos al recordar juntos que cuando éramos chicos veíamos en Titanes en el Ring una toma llamada la doble Nelson, para trabar al contrario de dos formas distintas y simultáneas. Muy efectiva para vencer al rival, pero antirreglamentaria. Lo mismo que nos quiere hacer el gobierno cobrando dos veces con sus nuevos impuestos.