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En el corazón del Bajío existe un rincón poco conocido, pero profundamente simbólico para la historia agrícola y social de México. Se trata de Jalpa de Cánovas, que pasó de ser una hacienda colonial a un emblema de modernización durante el Porfiriato.

Fue allí donde el entonces presidente Porfirio Díaz obsequió 30 años de electricidad gratuita como regalo de bodas a una familia prominente del lugar, marcando un hito en el desarrollo rural de la región.

A pesar de no figurar entre los destinos turísticos más concurridos del país, este pueblo mágico sorprende por su arquitectura de época, sus canales de irrigación centenarios y su vida comunitaria anclada en antiguas tradiciones.

Una hacienda que se transformó en motor de modernización rural

La historia de Jalpa de Cánovas comienza en el siglo XVI, cuando fue fundada como hacienda agrícola. Su auge llegó a finales del siglo XIX, gracias a la visión de Guadalupe Cánovas y su esposo, el empresario Óscar Braniff, quienes desarrollaron un sistema de canales y presas que revolucionó el cultivo en la zona.

El momento más icónico de su historia llegó en el año 1900, cuando Porfirio Díaz asistió a su boda como padrino y les otorgó electricidad gratuita por 30 años.

Este gesto convirtió a Jalpa en una de las primeras comunidades rurales con acceso continuo a la energía, mucho antes que varias ciudades mexicanas.

Patrimonio arquitectónico y natural: un viaje al pasado

Caminar por Jalpa de Cánovas es sumergirse en una cápsula del tiempo. El Templo del Señor de la Misericordia, de estilo neogótico y terminado en 1908, domina el paisaje junto a los restos del antiguo casco de la hacienda.

Canales de piedra, acueductos y construcciones centenarias narran la historia del esplendor agrícola de la región.

La Presa Recibidora, los jardines de inspiración francesa, el Ecoparque Mil Azares y los antiguos molinos conforman una red de espacios naturales ideales para el turismo de descanso, el senderismo o el simple disfrute del paisaje campestre.

Cultura viva y sabores del Bajío

Jalpa de Cánovas también destaca por mantener vivas sus tradiciones populares. Cada Semana Santa se celebra La Judea, una representación ritual con máscaras de vivos colores inspiradas en las obras del pintor Hermenegildo Bustos. En octubre, el pueblo honra el Señor de la Misericordia, su patrono.

La cocina local es otro de sus grandes atractivos: desde el tradicional mole de nuez, hasta el caldo de zorra o las enchiladas con cecina, cada platillo refleja el alma del Bajío.

Además, se pueden adquirir mermeladas, licores artesanales y vinos locales, productos ideales para llevar un trozo del lugar a casa.