En esta noticia

En 1912, cuando Alfred Wegener presentó su teoría sobre los continentes móviles, la comunidad científica lo tachó de aficionado.

Sin embargo, décadas después de su muerte en 1930, este meteorólogo alemán sería reconocido como el padre de una de las teorías más revolucionarias de la geología: la deriva continental.

De hecho, fue quien propuso que los continentes en el pasado geológico estuvieron unidos en un supercontinente de nombre Pangea, que posteriormente se habría disgregado por deriva continental.

¿Qué es la teoría de los continentes móviles?

La teoría de los continentes móviles fue propuesta por el científico alemán Alfred Wegener en 1912 y revolucionó la forma en que entendemos la geografía de la Tierra.

Su idea surgió a partir de una observación simple pero clave: las costas de Sudamérica y África encajan como piezas de un rompecabezas. Esta coincidencia lo llevó a plantear una hipótesis audaz para su época.

Según su teoría, hace aproximadamente 200 millones de años, todos los continentes actuales estaban unidos en una sola gran masa de tierra, un supercontinente al que llamó Pangea, palabra griega que significa "toda la tierra". Este enorme bloque continental estaba rodeado por un único océano llamado Pantalasa.

Con el paso del tiempo, Pangea comenzó a fragmentarse y sus partes se desplazaron lentamente sobre la superficie terrestre hasta alcanzar las posiciones que conocemos hoy.

El científico sostenía que los continentes no eran estructuras fijas, como se creía entonces, sino que estaban en movimiento constante, deslizándose sobre el manto terrestre.

Aunque en su momento la teoría fue rechazada por la comunidad científica -porque Wegener no pudo explicar qué fuerza impulsaba ese movimiento-, décadas después fue confirmada por nuevas evidencias y se convirtió en la base de la actual tectónica de placas, una teoría fundamental en la geología moderna.

Evidencias científicas que respaldan la teoría de la deriva continental

La teoría de la deriva continental, propuesta por Alfred Wegener en 1912, no se basó únicamente en la similitud entre las costas de los continentes.

De hecho, reunió un conjunto sólido de evidencias científicas que demostraban que los continentes alguna vez estuvieron unidos y luego se desplazaron a sus posiciones actuales. Estas pruebas provienen de tres áreas principales:

1. Evidencias geológicas

Formaciones rocosas de la misma edad y composición se encuentran en continentes hoy separados por océanos, como África y Sudamérica. Estas similitudes estructurales indican que las rocas se formaron cuando ambos continentes estaban unidos.

2. Evidencias paleontológicas

Fósiles idénticos de plantas y animales extintos, como el Mesosaurus (un reptil de agua dulce) y la planta Glossopteris, fueron hallados en continentes distantes entre sí. Esto sería imposible si esos territorios no hubieran estado conectados en algún momento del pasado.

3. Evidencias climáticas

Existen huellas de glaciaciones antiguas en zonas que hoy son tropicales, como África central, así como restos de carbón (formado por vegetación densa) en regiones frías como la Antártida. Estos indicios solo se explican si los continentes se desplazaron desde otras zonas climáticas.

Las investigaciones de Alfred Wegener, publicadas en revistas científicas como Geologische Rundschau y Petermanns Geographische Mitteilungen, presentaron un marco coherente para entender la movilidad de los continentes.

La aceptación tardía: el surgimiento de la tectónica de placas

En 1912, el principal obstáculo para la aceptación de su teoría fue la falta de un mecanismo convincente que explicara cómo podían moverse los continentes a través de la superficie terrestre.

Durante las primeras décadas del siglo XX, la geología seguía basada en la idea de que los continentes y los océanos eran fijos e inmóviles. Muchos científicos consideraban imposible que grandes masas continentales pudieran desplazarse.

No fue hasta las décadas de 1950 y 1960 que la teoría de la deriva continental encontró un sólido respaldo gracias a nuevos descubrimientos científicos y avances tecnológicos.

Investigaciones oceanográficas revelaron la existencia de dorsales oceánicas, zonas de expansión del fondo marino y un patrón de actividad sísmica y volcánica que no podía explicarse sin un movimiento de las placas terrestres.

La evidencia clave incluyó:

  • La expansión del fondo oceánico. Se descubrió que el fondo marino se crea continuamente en las dorsales oceánicas y se desplaza hacia los lados, lo que sugiere que las placas tectónicas se mueven.

  • Distribución global de terremotos y volcanes. Los sismos y erupciones volcánicas ocurren principalmente en los límites de placas, evidenciando que estos bordes son zonas activas de movimiento y cambio.

  • Magnetismo paleomagnético.El estudio de las bandas magnéticas simétricas a ambos lados de las dorsales oceánicas mostró cómo el campo magnético de la Tierra invertió su polaridad repetidamente, registrando la creación y desplazamiento del fondo marino.

Estos hallazgos llevaron a la teoría de la tectónica de placas, que proporcionó el mecanismo físico para explicar el movimiento de los continentes:

La litosfera terrestre está dividida en grandes placas rígidas que flotan sobre el manto semifluido y se desplazan debido a corrientes de convección internas.