Este jueves 8 de mayo el Vaticano ha dado fumata blanca, lo que confirma la elección del nuevo Papa, sucesor de Francisco tras su fallecimiento a los 88 años. A partir de ahora, la Iglesia Católica contará con un nuevo líder religioso electo tras dos jornadas de cónclave con los 133 cardenales.
Será el papa número 267 en la historia que guiará a los creyentes desde la Ciudad del Vaticano en Roma. La primera misión del designado será elegir un nombre papal y, para ello, aún dentro de una Sixtina, otro cardenal le preguntará si acepta el nombramiento y cómo desea ser llamado.
La elección del nombre papal es muy significativa ya que se trata de toda una declaración. El origen de esta costumbre es mucho menos bíblica y bastante posterior en el tiempo, ya que en los primeros siglos de la iglesia los obispos de Roma usaron generalmente sus propios nombres, acompañado a menudo con sus lugares de origen.
El verdadero origen del nombre papal: cómo se llamará el nuevo Papa
La tradición de que los papas cambien sus nombres al comienzo de sus 'reinados' surge en los albores mismos del cristianismo. El propio Jesús de Nazaret rebautizó a Simón como Pedro, el fundador de su iglesia y, por lo tanto, primero entre los pontífices venideros.
La usanza cambió en el año 533, en las ruinas del Imperio Romano, cuando el elegido, Mercurio di Proietto, decidió llamarse Juan II para no llevar la denominación de un dios pagano. Su pontificado duró dos años, hasta el 535, pero a partir de ese momento muchos de sus sucesores decidieron imitarle cambiando sus nombres de pila por el de apóstoles, mártires y otros jerarcas del cristianismo.
Este es el nombre más elegido de los pontífices
Hasta la fecha, el nombre preferido por los pontífices de la historia ha sido Juan, el 'discípulo a quien Jesús amaba': se repite en 21 ocasiones. Le siguen, con 16, los Gregorios, el último el benedictino italiano Bartolomeo Alberto (1831-1846), y los Benedictos, como el alemán Joseph Ratzinger (2005-2013).
En una ocasión, Benedicto XVI justificó su decisión para seguir los pasos del "venerado" Benedicto XV, "que guió la iglesia en un doloroso periodo por la I Guerra Mundial" y para honrar a Benedicto de Norcia, patrón de Europa y Occidente. Asimismo, los Clemente se han repetido en catorce ocasiones, los Inocencio y León en trece, los Pío en doce y, después, destacan los papas Stefano (9), Bonifacio (8) u Urbano (8).
Con información de EFE