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El sueño de conquistar Marte tiene un precio inesperado que están pagando las costas de México.

Desde finales de 2024, los lanzamientos del cohete Starship de SpaceX convirtieron el Golfo de México en un vertedero de basura espacial, afectando ecosistemas marinos, especies en peligro de extinción y las comunidades costeras de Tamaulipas.

Lo que parecía un problema lejano de la exploración espacial ahora es una realidad tangible en las playas.

Fragmentos de cohetes invaden las playas de Tamaulipas

Más de 200 fragmentos metálicos de gran tamaño fueron recolectados en los últimos meses por autoridades en Playa Bagdad.

Entre los desechos encontrados hay tanques cilíndricos, placas de fibra de vidrio, piezas de aluminio y estructuras metálicas retorcidas con etiquetas que confirman su origen: SpaceX.

La contaminación se extiende por más de 40 kilómetros de costa, y el problema va más allá de los fragmentos visibles. Los residuos se fragmentan en millones de partículas microscópicas que son consumidas por aves marinas, peces y crustáceos, según alertan los ambientalistas de la Conservación e Investigación de la Biodiversidad (Conibio Global).

Desde noviembre de 2024, SpaceX realizó múltiples lanzamientos de prueba del cohete Starship desde su base en Brownsville, Texas, a escasos kilómetros de la frontera mexicana, y en por lo menos cuatro ocasiones los propulsores explotaron y cayeron en el Golfo de México.

Tortugas lora y delfines: las víctimas mortales del progreso espacial

El impacto más devastador de esta contaminación espacial lo sufren las especies marinas del Golfo de México. Después del lanzamiento del Starship 11 el 13 de octubre de 2025, se encontraron dos delfines sin vida en las costas de Tamaulipas, además de varamientos de sábalos y curvinas.

La tortuga lora (Lepidochelys kempii), una de las especies más amenazadas del planeta, enfrenta ahora una amenaza adicional: se perdieron aproximadamente siete nidos porque las vibraciones de los lanzamientos compactaron la arena y las crías no lograron emerger.

Este daño pone en riesgo más de una década de esfuerzos binacionales entre México y Estados Unidos para salvar a esta especie del borde de la extinción.

Las ondas acústicas y vibraciones provocadas por los lanzamientos alteran el comportamiento de la fauna marina, alejando a los peces y afectando a pelícanos, gaviotas y otras especies costeras.

México prepara acciones legales contra SpaceX y Elon Musk

La respuesta del gobierno mexicano comenzó a tomar forma. En julio de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum confirmó la existencia de daños ambientales ocasionados por restos del Starship en las costas tamaulipecas y adelantó que su gobierno está revisando los impactos ambientales y las posibles violaciones al derecho internacional.

La Secretaría de Marina informó que se analizan sanciones contra una plataforma contratada por SpaceX que presuntamente operaba sin los permisos necesarios para trabajar en aguas mexicanas.

Profepa detuvo las operaciones de limpieza de la empresa Resolve Marine, contratada por SpaceX, por operar sin permisos locales.

Los ambientalistas exigen que el gobierno mexicano aplique el Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967, que establece que los Estados son responsables internacionalmente por las actividades de sus empresas espaciales, incluso si los daños ocurren fuera de su territorio.

Mientras tanto, científicos de la Universidad Autónoma de Tamaulipas y Conibio Global preparan una expedición submarina para investigar un propulsor de aproximadamente 60 metros de largo que está hundido a 15 metros de profundidad frente a Playa Bagdad, con el objetivo de documentar el impacto en el fondo marino y generar evidencia para exigir la reparación de los daños.

La ambición de Elon Musk de conquistar el espacio está dejando una huella devastadora en el Golfo de México, y México se prepara para convertirse en el primer país en plantear un caso histórico sobre la responsabilidad ambiental de la era espacial privada.