En 1950, la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) emprendió una de las misiones más controvertidas en la historia del espionaje: la experimentación con control mental mediante drogas.
La agencia no solo buscaba comprender los efectos del LSD, sino también explorar su potencial como arma y mantener su investigación lejos del alcance de la Unión Soviética.
Este programa secreto, que combinaba sexo, drogas y vigilancia encubierta, se conoció como Operación Clímax de Medianoche, y puso en evidencia los extremos a los que podía llegar Estados Unidos.
Qué era la Operación Clímax de Medianoche
La Operación Clímax de Medianoche fue un proyecto ultrasecreto de la CIA liderado inicialmente por Sidney Gottlieb y ejecutado por la Oficina de Narcóticos.
Consistía en una red de casas seguras en San Francisco, Marin y Nueva York, donde hombres eran drogados con LSD sin su consentimiento.
De hecho, eran trabajadoras sexuales contratadas por el organismo público quienes atraían a los clientes a las instalaciones, donde sus reacciones eran cuidadosamente monitoreadas detrás de espejos unidireccionales.
La operación buscaba estudiar el chantaje sexual, la tecnología de vigilancia y el posible uso de drogas que alteran la mente para extraer información secreta de funcionarios extranjeros.
George Hunter White: el rostro secreto del experimento
En el corazón de la operación estaba George Hunter White, experiodista y policía de San Francisco, quien en público era un férreo crítico del consumo de drogas, pero en privado participaba activamente en su uso.
Él fue responsable de supervisar las pruebas de LSD en apartamentos adaptados como casas seguras, ubicados, por ejemplo, en 225 Chestnut St., Telegraph Hill.
De todas formas, fueron suspendidas drásticamente en 1962, a raíz de un informe del inspector general de la CIA John Earman que recomendaba su cierre.