El 2 de noviembre, cuando las flores de cempasúchil abren sus pétalos para guiar a las almas al reencuentro con sus seres amados, el azar y la fe se entrelazan en una danza ancestral de promesas y fortuna. Te contamos de que se trata, en especial si te gustaría ganar la lotería.
Dicen que en esta fecha, el velo entre los vivos y los muertos se vuelve tan delgado, que los espíritus pueden susurrar su bendición... ¿o por qué su número ganador? Si te gusta jugar a la lotería y crees en el Día de los Muertos, esta información de tu interés.
La antigua "Lotería de las Ánimas": cuando rezar también era jugar
En el corazón de antiguas iglesias españolas, las beatas jugaban con fervor a sacar ánimas del Purgatorio. Giraban una pequeña perilla de madera, y un número aparecía entre oraciones y suspiros.
Cada cifra correspondía a un alma distinta, sugiere el artículo "Lotería de las almas", dada a conocer en Gente del Puerto.: un obispo, una meretriz, un marinero perdido o un difunto fulminado por el rayo. Era una ruleta sagrada, donde la suerte servía también a la redención.
Los números que las almas inspiran este Día de Muertos
En honor a aquellas beatas ludópatas y a la magia del Día de los Muertos estos son los números que, según la tradición, podrían atraer fortuna y bendición este 2 de noviembre:
- 3: por los obispos, guardianes del espíritu. Representa la trinidad y la sabiduría.
- 17: por las meretrices olvidadas, símbolo de redención y esperanza.
- 23: por los marineros muertos en el mar, número que atrae viajes y riqueza.
- 51: por los que perecieron bajo el rayo, cifra de fuerza y revelación.
- 70: por las almas que alcanzan la luz eterna, emblema de plenitud.
Dicen que jugarlos este día no es casualidad, sino un pacto silencioso con quienes aún nos cuidan desde el otro lado.
Un giro de fe, una vuelta de fortuna
Como aquellas mujeres que giraban la perilla con devoción, quien apueste con fe en este Día de los Muertos podría recibir más que suerte: una señal del más allá.
Porque, al final, los números también son plegarias cifradas. Y quizá, entre el murmullo de las velas y el aroma del incienso, las ánimas benditas vuelvan a sonreírle al azar.