En medio del vasto océano Pacífico, a casi tres mil kilómetros de la tierra más cercana, se esconde un lugar tan remoto que parece sacado de una novela de ciencia ficción. Allí, donde reinan aguas heladas y corrientes implacables, reposa el cementerio de naves espaciales más grande del planeta.
Lejos de cualquier isla tropical o paraíso escondido, este punto perdido en el mapa fue elegido por unos cuantos en representación de la humanidad como el sitio final para sus gigantes de acero, las poderosas naves espaciales. Más de 260 artefactos espaciales, desde satélites hasta estaciones enteras, duermen en silencio bajo el mar, alejados de cualquier mirada.
El "cementerio espacial", como lo llaman, debe su nombre no a la imaginación sino a la decisión de las agencias espaciales. Para evitar riesgos en la órbita terrestre, los ingenieros guían allí sus viejas máquinas, dejándolas hundirse en un mar tan inaccesible como fantasmal.
¿Sabés de qué lugar se trata? Es el Punto Nemo, un lugar lleno de misterio y de naves espaciales.
¿Qué es el Punto Nemo y sus coordenadas?
El Punto Nemo, calculado en 1992 por el ingeniero croata Hrvoje Lukatela, es el polo de inaccesibilidad del océano.
Sus coordenadas (48°52.6S, 123°23.6O) lo sitúan exactamente a 2688 kilómetros de es la Isla Ducie, que forma parte de las Islas Pitcairn, la porción de tierra en el planeta más cercano de este recóndito sitio.
Allí casi no hay vida debido a las fuertes corrientes que bloquean los nutrientes, impidiendo que florezca el ecosistema. Salvo algunos microorganismos adaptados, el océano es un desierto líquido, ideal para guardar secretos humanos en sus profundidades.
Un panorama sombrío: la tumba que eligió la NASA
Este lugar no solo simboliza lejanía, también la despedida de las hazañas tecnológicas. La NASA, junto con otras agencias, ha usado el Punto Nemo como destino de satélites, estaciones como la Mir e incluso, en un futuro, la Estación Espacial Internacional.
Más que un simple paraje, es un recordatorio del precio de conquistar el espacio: un cementerio silencioso, imposible de visitar, donde gigantes metálicos aguardan eternamente en la oscuridad oceánica.
Cómo sería pasar 24 horas en el Punto Nemo
Estar allí significaría hundirse en un aislamiento absoluto. Durante el día, el horizonte sería agua infinita, sin tierra a la vista; por la noche, un cielo plagado de estrellas, sin luces humanas que lo opaquen.
El frío, el silencio y la certeza de que bajo esas aguas descansan naves espaciales darían a la experiencia un aire espectral. Veinticuatro horas en el Punto Nemo serían como habitar el fin del mundo.