El mal tiempo, la protestas y la escasa participación marcaron ayer la primera de las dos jornadas de elecciones generales en Italia.
En el ánimo de la mayoría de los votantes reinaba el escepticismo respecto a la posibilidad que de estos comicios salga un gobierno fuerte que logre sacar al país de la mayor recesión en 20 años.
Los comicios, que concluyen hoy, están siendo seguidos de cerca por los inversores porque temen que una administración débil provoque otra crisis de desconfianza en la eurozona.
Las últimas encuestas publicadas hace dos semanas mostraban que el líder de centroizquierda Pier Luigi Bersani tenía una ventaja de cinco puntos. Su rival del centroderecha, el magnate de medios Silvio Berlusconi, cuatro veces primer ministro y que ha prometido devolver impuestos, logró en poco tiempo de hacer campaña acercarse a Bersani en intención de voto.
Aunque se espera que Bersani gane el control de la cámara baja, se espera una batalla mucho más reñida por el Senado, que cualquier gobierno también necesita controlar para poder aprobar leyes.
Los escaños en la cámara alta se otorgan según bases regionales, lo que supone que el apoyo en áreas clave puede influir decisivamente en el resultado total.
Los encuestadores todavía creen que el resultado más probable es un gobierno de centroizquierda dirigido por Bersani y posiblemente respaldado por Mario Monti, cuya dimisión en diciembre hizo que las elecciones se adelantaran dos meses.
Monti reemplazó a Berlusconi en noviembre de 2011 después de que Italia estuviera cerca de sufrir una crisis como la de Grecia mientras el centroderecha estaba inmerso en varios escándalos sexuales.
Ayer, tres chicas, dos ucranianas y una francesa, se desnudaron de la cintura para arriba para mostrar en sus torsos el escrito, Basta Silvio, mientras gritaban Basta Berlusconi, basta Berlusconi.
Cuando estuvo al frente del gobierno, Monti lanzó un duro programa de recortes de gastos, aumentos de impuestos y reforma de las pensiones que consiguió el respaldo internacional y ayudó a restaurar la credibilidad del país en el exterior, tras los escándalos de la era Berlusconi.
Pero Italia, la tercera mayor economía de la eurozona, está atascada en una profunda recesión, luchando con una carga de deuda pública que es la segunda por detrás de Grecia en el bloque monetario de 17 países y con el cansancio de la ciudadanía tras más de un año de políticas de austeridad.
Son precisamente esta políticas de austeridad las que avivaron la indignación entre los italianos que luchan con el creciente desempleo y ven caer sus ingresos. En este contexto de desilusión por los partidos tradicionales, el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo, podría dar una sorpresa cuando se conozcan los resultados definitivos.