El candidato socialista François Hollande se impuso ayer en la primera vuelta de las elecciones francesas al actual presidente, el conservador Nicolas Sarkozy, que se enfrenta ahora a la ardua tarea de remontar la derrota en el ballottage del 6 de mayo, según apuntan todos los sondeos. En línea con lo que pronosticaban las encuestas, Hollande venció a Sarkozy por un estrecho margen al sacar 28,63% frente al 27,08%, con más de cuatro quintos de los votos contados, de acuerdo a las cifras provisorias del Ministerio del Interior. La jornada estuvo marcada por una importante participación, del 81%.
La ultraderechista Marine Le Pen, quien quedó tercera al cosechar casi el 18,01% de los votos, el mejor resultado del Frente Nacional (FN) de su historia, mientras que el ultra izquierdista Jean-Luc Mélenchon, terminó cuarto con 10,9%. Los votos de Le Pen, quien recién el 1 de mayo dará insttrucciones a sus partidarios por quien votar, serán determinantes en el ballottage.
A partir de esta noche me transformo en el candidato de todos los que quieren dar vuelta la página. El cambio está en marcha, nada lo detendrá, sostuvo Hollande, de 57 años, en un breve discurso frente a sus seguidores en su región natal de Correze (centro). Mi tarea final, y sé que estoy siendo vigilado desde más allá de nuestras fronteras, es colocar a Europa de vuelta en el camino del crecimiento y del empleo, afirmó.
Dos sondeos de opinión realizados durante la jornada de ayer por los institutos IPSOS e Ifop sugirieron que el socialista derrotará a Sarkozy por un 54% de las preferencias contra un 46% en la segunda vuelta.
Durante su campaña, Hollande anunció que su primer acto de gobierno será dirigirse a Alemania para reunirse con la canciller Angela Merkel para renegociar los tratados europeos recientemente reformados. Su retórica anti-finanzas y críticas a las políticas de ajuste preocupa a los mercados, que temen un efecto dominó en la eurozona.
Por su parte, Sarkozy, también de 57 años, desafió a su contrincante a celebrar tres debates televisivos antes del ballottage, en vez de uno como es costumbre, y en respuesta a la buena performance de Le Pen prometió endurecer los controles fronterizos, impedir que fábricas abandonen Francia, hacer que el trabajo pague y defender la ley y el orden. También dijo comprender los temores de sus compatriotas y les pidió apoyo para la segunda vuelta. Entre esos temores citó el respeto de nuestras fronteras, el control de la inmigración y la preservación del modo de vida de los franceses.
El resultado de ayer fue interpretado claramente como un voto castigo para Sarkozy. De hecho, se trata de la primera vez en los 54 años de historia del actual sistema electoral que un presidente en funciones que busca la reelección queda segundo en la primera vuelta.
Sarkozy estará dividido entre hacer campaña en el centro, y no convencer a la derecha, o tirarse a la derecha y perder votantes de centro, comentó la consultoría CAP.
A Le Pen, una activista anti-inmigración que se congratuló ayer de haber hecho explotar el monopolio de los dos partidos de la banca y de las finanzas, le conviene que Sarkozy y su partido pierdan para consolidarse, a futuro, ella y su fuerza como la única opción frente a la izquierda y el socialismo,.
Esta primera vuelta no es más que el comienzo de una vasta agrupación de patriotas y defensores de su identidad, dijo Le Pen a sus partidarios, sin respaldar a ninguno de los finalistas, pero atacando a Sarkozy: Nada volverá a ser lo mismo.
El gran perdedor fue el centrista Francois Bayru, quien obtuvo el 9% de los votos, la mitad de los que obtuvo hace cinco años.