En esta ciudad recomiendan preguntar sobre la relación con Cuba con extrema cautela: hacer rodeos, endulzar las palabras, evitar afirmaciones terminantes que puedan llevar a discusiones no deseadas. Hablar de Cuba en Miami es hablar de historias personales difíciles de entender para quienes no las hayan vivido. Esas marcas en la piel de los exiliados y sus familias pesan más que una comunidad empresaria ávida de libre mercado y deseosa de hacer nuevos negocios en todas partes del mundo.
Por eso, las principales cámaras de comercio del condado Miami-Dade, la ciudad puerto mejor situada por geografía y lazos culturales de cara al eventual fin del embargo de Estados Unidos a la isla, evitan cualquier opinión sobre esta posibilidad. La falta de posición sobre un tema tan cercano a su comunidad es algo poco habitual para entidades acostumbradas a hacer lobby. No hacen comentarios a favor o en contra del posible fin del embargo, pero sus socios están listos para desembarcar en la isla no bien se abran resquicios en el bloqueo.
La Cámara de Comercio Latina en Estados Unidos (Camacol), es el ámbito más representativo de los empresarios de origen hispano en La Florida. Tiene vínculos con el estado, que le otorga fondos, y lazos sólidos con cámaras de comercio de toda América Latina y con congresales de Washington. Camacol celebró hace poco su 50 aniversario: tiene dos años menos que el bloqueo a Cuba, que comenzó en 1963. Y evita tomar una posición al respecto: "No nos metemos en política", es la respuesta de la entidad ante la pregunta de El Cronista.
Algo similar ocurre con el World Trade Center (WTC) Miami, una entidad que promueve el comercio exterior y que hace oír su voz en Washington. "No hay una posición tomada por el momento", indicaron a este medio.
Las distintas entidades de negocios admiten que es un tema "sensible" y que tomar una posición abierta podría abrir grietas entre sus miembros y en la comunidad, por lo que esperan que la política avance.
"Las viejas generaciones son más reacias, pero estamos listos, es algo que va a suceder", afirmó un dirigente de una entidad empresaria que ha realizado ocho viajes a La Habana. Un despachante de aduanas coincidió. "En mi visión, la caída del embargo es cuestión de uno o dos años". El miércoles, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pidió al Congreso dar los pasos necesarios para levantar el bloqueo.
Por lo pronto, hay sectores que ya se acomodan. A fin de año, Obama permitió a empresas estadounidenses de telecomunicaciones invertir en la isla. Las constructoras hacen planes, a sabiendas de que en materia de infraestructura está todo por hacerse. Los bancos de La Florida preparan sus tarjetas de crédito para el universo de 11 millones de cubanos que pueden convertirse en consumidores. Se sumarán a los únicos que hoy pueden hacer negocios con Cuba: comerciantes de alimentos y elementos de medicina. Entre enero y abril, las exportaciones estadounidenses a la isla totalizaron escasos u$s 85,67 millones, según datos oficiales compilados por el sitio Us Trade Numbers. Las importaciones están totalmente bloqueadas.
El embargo tiene más defensores en La Florida que en el resto del país. Así y todo, su aceptación está en caída. Según una encuesta de hace un año de la Universidad Internacional de Florida, el 52% de los cubanos americanos se oponía al embargo, aunque ese margen escaso se invertía entre los ciudadanos inscriptos para votar y el 51% optaba por mantenerlo. A nivel nacional, distintas encuestas muestran que siete de cada diez ciudadanos está a favor del fin del embargo.