Frente a las dificultades de profundizar los recortes de gastos, el gobierno de Brasil vuelve a estudiar la creación de un impuesto para cubrir el déficit primario de las cuentas públicas en 2016, uno de los argumentos que dio Standard & Poor’s para retirar el grado de inversión a Brasil.
El plan, que partió de conversaciones con el sector financiero, es instituir un tributo temporario basado en la extinta CPMF (Contribución Provisoria sobre el Movimiento Financiero), según publica hoy el diario económico Valor. La diferencia es que habría un sistema de alícuotas que irían bajando año tras año hasta llegar a cero. Lo que le daría al gobierno tiempo para viabilizar la reducción de los gastos públicos.
Dilma ratificó ayer, tras conocerse la decisión de S&P, su compromiso con una meta de superávit primario de 0,7% del PBI para el próximo año, a pesar de que el proyecto presupuestario enviado al Congreso reporta un déficit de 0,5%.
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El ministro de Economía, Joaquim Levy, no anunció ninguna medida durante la conferencia de prensa que ofreció ayer, aunque ratificó el camino del ajuste. La ausencia de anuncios frustró a los agentes de mercado, según Valor.
Levy prefiere los cortes drásticos en el presupuesto, lo que Dilma resiste. “¿Cómo congelar R$ 64.000 millones, cómo?”, se preguntó ayer la mandataria en una entrevista con Valor, en referencia a la cifra de gastos que debería recortar para equilibrar las cuentas fiscales. Prefiere mirar punto por punto del proyecto presupuestario y analizar en detalle lo que podría eliminarse, y se inclina por el aumento de impuestos, como sugiere el ministro de Planificación, Nelson Barbosa.
Los números indican que a pesar del recorte de R$ 80.000 millones que Levy aseguró se realizó sobre el presupuesto de 2015, el gasto total del Estado este año es más alto que en 2014. Entre enero y junio, aumentó 0,4% en términos reales, mientras los ingresos cayeron 3,6%.
Se espera que el gobierno anuncie hoy medidas administrativas, como la reducción de cargos creados en el Estado.
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