Los empresarios del sector siderúrgico latinoamericano atraviesan una de las situaciones más favorables que les haya tocado vivir en la historia. Según las cifras que maneja el sector, la economía mundial creció un 5% durante los últimos cuatro años, en la misma tendencia que el comercio internacional, que representa un 60% del PIB de todo el planeta.

Los números son aún mejores cuando se habla de América latina, que en los últimos tres años creció un 5%, pero con algunos casos más significativos, como la Argentina y Venezuela, que alcanzaron tasas de hasta un 9 por ciento.

A nivel global, la industria bate año a año records de producción –hoy supera los 1.200 millones de toneladas anuales–, en línea con una demanda que durante el último lustro tuvo una tasa de crecimiento del 7,2% anual.

Todos contra China

Más allá de celebrar su performance, los Barones locales del acero están en guardia ante la avanzada china. El fuerte crecimiento de la industria en ese país, y su posible efecto sobre los precios en caso de una desaceleración de su economía, acaparan la mayor parte de los debates en el 47º congreso de Ilafa, la organización que reúne a los empresarios siderúrgicos latinoamericanos, que se lleva a cabo en esta ciudad.

Argumento propio

“Estamos viviendo un ciclo muy positivo de la economía regional y mundial, y en particular de nuestro sector , reconoció Daniel Novegil, CEO de Ternium, la compañía a través de la cual el grupo Techint reúne a sus negocios de acero, y presidente de Ilafa, en su discurso inaugural. Pero enseguida arremetió: “En Latinoamérica tenemos ventajas comparativas para producir acero. Poseemos materias primas y mercados cercanos a las unidades productivas, energía y recursos humanos capacitados a costos competitivos. También un alto nivel tecnológico que nos permite ser los productores con (los costos) más bajos del planeta, en valores promedio que rondan los 260 dólares por tonelada . Y agregó que “el continente americano es un importador neto de acero terminado que cerrará el año con un balance cercano a las 20 millones de toneladas. Eso genera un importante marco de oportunidades .

La idea de avanzar sobre las importaciones mediante el alza de capacidad en el continente está en parte alimentada por el desarrollo del sector durante los últimos años. Entre 2001 y 2005, la producción de acero en Latinoamérica aumentó un 21%, hasta poco más de 60 millones de toneladas.

Esa situación tiene un buen ejemplo en la Argentina, donde las principales jugadores son Tenaris-Siderca, Ternium-Siderar (ambas de Techint), Acindar, Acerbag y Aceros Zapala, que suman una capacidad de más de 5 millones de toneladas anuales, con una facturación de u$s 3.700 millones. El país recibió u$s 2.214 millones de inversión entre 1993 y 2005, y espera otros

u$s 1.000 millones hasta 2008. Los desembolsos están destinados a incrementar la producción, modernizar las plantas y mejorar la calidad de productos.

El gigante asiático, en tanto, cerró 2005 con una producción de 350 millones de toneladas de acero, y este año, según las estimaciones, llegará a 416 millones. De manera que, en la última década, China habrá aumentado su incidencia en la producción internacional de un 15% hasta un 35 por ciento.

Además de reemplazar importaciones, Novegil apuntó sin medias tintas que el nuevo escenario en que se desenvuelve la industria obligará a “estar atentos a los riesgos de sobrecapacidad y desequilibrios regionales , de manera de preparar los mercados locales para defenderse de prácticas comerciales desleales.

El tiro por elevación apuntó, otra vez, a China que durante el último tiempo incrementó de forma exponencial sus exportaciones al subcontinente. Por caso, para el primer semestre de 2004 colocó en esta parte del mundo 43.015 toneladas, en el mismo período de 2005 pasó a 122.723 y entre enero y junio de este año llegó a 539.426 toneladas. Esas ventas afectaron de forma desigual a los países de la región: mientras que México fue el más afectado (recibió en la primera parte del año 291.618), la Argentina estuvo entre los que menos acusaron el golpe, con 2.650 toneladas.