Ya no es tan común que las empresas despidan el año con la vieja y conocida fiesta, en la que el cadete fácilmente termina bailando el carnaval carioca tomado de la cintura del gerente de Finanzas, mientras el galán de la compañía hace de las suyas entre las chicas de Administración, envalentonado por unas cuantas copas a cuenta de la firma. Cada vez más, las escenas nocturnas del festejo corporativo de fin de año se están viendo reemplazadas por el formato del día de campo, que instaló un folklore de pantaloncitos cortos, deporte, asado y pileta.

El mercado de alquiler de estancias por el día tuvo un final de 2005 de ensueño: en diciembre casi no quedó disponibilidad para las empresas que a último momento quisieron cerrar el año al aire libre, según cuentan varias firmas que se quedaron con las ganas de hacer un cambio de hábito.

Ocurre que el festejo nocturno ya no les cierra. No se trata sólo de una cuestión de costos –aunque pesa el hecho de que una cena con disc jockey y salón tiene un valor de por lo menos 100 pesos por empleado–, sino que hay toda una supuesta filosofía que respalda este regreso a la tierra.

“En un día de campo se logra un mayor relacionamiento entre las personas , explica Carlos Mazalán, un consultor de empresas que organiza este evento desde hace seis años en la estancia de Carlos Pallotti, presidente de la Cámara de Software y Servicios Informáticos. En este evento participan una mayoría de empresas tecnológicas y su personal, entre ellas Datastream, Neuralsoft y Genesys.

Otro caso es el de Grupo Bumeran, que despidió el año en una estancia de San Miguel del Monte, que pertenece a uno de los accionistas de la empresa. En 2004, la firma había hecho su habitual cena con clientes y empleados, pero esta vez decidió agasajar a los suyos. “Queríamos premiar a nuestra gente con algo más interno, en un campo, con deportes y un buen asado , dice Hernán Torres, gerente de Marketing de Grupo Bumeran en el país.

Pero, en el caso de esta empresa, hicieron doblete, porque este jueves también tienen su cena de fin de año, a pedido de los empleados, que además de aire libre pidieron una festichola a la vieja usanza.

A su vez, Bernardita Valencia, a cargo de Marketing de Terra, una empresa del Grupo Telefónica, cuenta que los empleados de las distintas áreas formaron una suerte de comisión para decidir qué hacer con la fiesta de acuerdo al presupuesto y las posibilidades. “Finalmente elegimos hacer el día de campo en Estancias del Pilar; la gente prefirió esta variante a la cena, les pareció más divertido y menos formal , afirma Valencia. Inclusive, todos pudieron participar en un karaoke montado para la ocasión.

Mónica Rosemberg, gerente de Marketing de la consultora Hay Group para los países de habla hispana en Sudamérica, cree que la ventaja de esta clase de eventos es que “es un encuentro más largo que la típica fiesta, que permite una interacción mayor . Esta empresa hace su día de campo este viernes en una estancia de Cañuelas.

Al evento también asistirán ejecutivos de países limítrofes, invitados especialmente para celebrar el cierre de un nuevo año.

Sin cambios

Finalmente, está el caso de las compañías que siguieron adelante con su tradicional cena de fin de año, pero le cambiaron la cara. Como American Express, que en 2001 y 2002 no hizo fiesta pero retomó el tren en 2003 y el viernes pasado celebró a lo grande, con un festejo para sus 1.500 empleados en la Rural, en el que se gastó un 100% más que en 2004, según hizo saber la firma.