

¿Alguna vez buscaron en el diccionario que es la crítica? Según la Real Academia Española crítico es entre otras cosas una persona que ejerce la crítica, alguien que “habla culto, con afectación , o un examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc. Otras definiciones del mismo diccionario son aún más potentes: ‘murmuración’ y ‘censura’.
Hay algo muy interesante en esta idea. ¿En la crítica existe un elemento de censura? Cuando alguien decide evaluar una obra públicamente está definiendo un parámetro de lo correcto y de lo incorrecto. Es bastante probable que colocar una obra artística y narrativa en el lugar de lo incorrecto sea una forma implícita de censurar su existencia.
Focalizandonos en el cine es difícil no hacerse varias preguntas sobre su relación con los espectadores y las obras. ¿Cuál es la función de la critica? Algunos creen que tiene que ser orientadora a la hora de elegir que hay en cartel, otros la categorizan como un proceso de análisis independiente del contexto. Y aunque los propios críticos eluden el punto, es claro que no hay critico sin obra. La película precede a la opinión de un tercero, la escritura es reactiva a la proyección del film.
¿Cuál es el poder de la critica? Este punto es más discutible. Muchos films con pésimas criticas han sido grandes éxitos de taquilla y muchos muy apreciados por la prensa vendieron poquísimas entradas. Este año ‘Luna Nueva’ tuvo puntuaciones muy bajas de los medios más grandes de Estados Unidos. La mayoría de los críticos la calificó de mala, incluyendo a los respetados Manohla Dargis del New York Times, Peter Travers de Rolling Stone y el legendario Roger Ebert del Chicago Sun-Times. Eso no impidió que la secuela de ‘Crepúsculo‘ acumulara una taquilla de más de 230 millones de dólares. Es decir que en films que apuntan a la masividad las criticas no tienen ningún efecto notable.
Los largometrajes europeos, independientes o con pretensiones de ser cine de culto tienen menos aceptación automática que la típica película de acción norteamericana. Eso ocurre por una combinación de cosas, entre ellas las formas narrativas no convencionales, los rostros no reconocibles para la audiencia y la no-asimilación de los códigos de género. Como los distribuidores de estos films alternativos tienen menos presupuesto para comprar espacios publicitarios que las grandes corporaciones, dependen mucho más de la opinión positiva de los críticos. Esos artículos elogiosos son en su escala y para estas películas equivalentes en centimetraje a los enormes avisos de productos como ‘Transformers 2’. Claramente este cine (llamado comúnmente ‘de arte’) requiere de las criticas por que no puede pagar los costos elevados de los espacios publicitarios. Pero la critica parece ignorar que este segmento de films también es parte del circuito comercial, que incluye un distribuidor que compra derechos para exhibirlo, salas que lo proyectan y espectadores que compran sus entradas. El ‘cine arte’ es tan parte del sistema como cualquier otro largometraje. Vive de un circuito de distribución comercial donde la gente paga sus entradas como también lo hace con cualquier otro film, como por ejemplo ‘Rambo IV’.
Muchos estudios de Hollywood eligen estrenar sus películas de terror sin proyectarlas a los críticos antes. La lógica atrás de esta decisión es clara: la critica suele despreciar ciertos subgeneros o formulas. Y no es necesariamente por que las películas tengan mala calidad si no por que el ‘colectivo critico’ crea un consenso propio y suele no discutirlo. Establece que hay directores a seguir y otros a denostar y pone de moda entre sus integrantes ciertas filmografías. Decir que los críticos son impermeables a las tendencias es pensar que viven en un mundo paralelo. Al mismo tiempo ese consenso critico permite que films que no son considerados inversiones seguras tengan una aceptación previa a su estreno garantizada y con eso la posibilidad de estrenarse. Entonces, si la critica tiene capacidad de influir no es por sí misma (o por quien la escribe) si no por el peso del propio medio. Nadie va al kiosco a comprar un critico, si no a pedir un diario determinado. Es el medio el que construye al critico y lo hace verosímil. Sin ese marco, la ‘opinión del especialista’ carece de efecto. Y ahí es donde aparece el punto más conflictivo del mundo de la critica: como ver cine es un proceso emocional, nadie puede atribuirse el darle validez con su mirada a una obra. A la hora de hablar de sentimientos, es igual de importante lo que piense un ganador de un Nobel que tu tía de Claromecó. Quienes le rehuyen a este razonamiento plantean que el conocimiento del critico lo pone en otro plano, pero no puedo dejar de pensar en esa idea como una excusa débil o una forma encubierta de desprecio. Y mientras tanto en Internet se multiplican las voces que opinan sobre películas. Y cada una de ellas es cada vez más especializada y está más conectada con su lector especifico. Quien ama las comedias musicales comienza a buscar críticos que opinen de la misma forma y desprecia a quienes escriben en los medios más mainstream. Hace quince años publicar una crítica era un logro y quien lo hacía entraba en un espacio diferente pero hoy los blogs relativizan la opinión. Estos sitios especializados sacuden el consenso del status quo y los lectores comienzan a buscar a quienes coinciden. Parece casi una democratización de este mundo.
Al mismo tiempo la perspectiva de los críticos comienza a estar afectada por el espacio en el cual operan: la crítica no académica esta atada al contexto, con los que escriben en diarios y revistas obligados solo a releer el estreno de la semana. El efecto del tiempo sobre la crítica termina siendo devastador a la distancia y socava la verosimilitud de quienes escriben. La revista británica Sight & Sound publica cada diez años una encuesta realizada entre críticos del mundo para definir las diez mejores películas de la historia.
En este momento muchos de los grandes medios nacionales norteamericanos están dejando de tener críticos de cine propios. ¿Es el resultado de un universo donde la opinión ya no tiene el peso de antes, una tendencia hacia la uniformidad del discurso de los grandes medios o el resultado de décadas de alienación por parte de una auto declarada elite con capacidad para censurar el gusto ajeno? ¿Y si quizás fuera un poquito de cada una de estas cosas?










