Se viene la discusión con el Fondo Monetario respecto del superávit primario fiscal que la Argentina tendrá que alcanzar durante los próximos dos años. Por un lado, desde el FMI se afirma que el nivel actual del excedente (3% del PIB) será el piso. Por otro lado, desde el gobierno nacional se sostiene que el 3% es techo, ya que no se quiere arriesgar crecimiento económico, ni tampoco se pretende evitar la presente mejoría de los indicadores sociales.
Teniendo en cuenta que el superávit primario fiscal es una variable clave en la reestructuración del endeudamiento público, partiendo de un 3% de excedente, creemos que es mucho más útil mejorar la calidad del mismo que elevar el nivel del resultado primario fiscal. Para que se entienda correctamente, será mejor garantizar un sobrante primario de 3% del PIB durante las próximas décadas que maximizar el superávit de los próximos dos años.
Sin embargo, la Argentina tiene y proyecta una muy buena coyuntura fiscal, que sería trágico desaprovecharla. El crecimiento económico piso proyectado para el año en curso es del 7% real, con una inflación del 7%. A los efectos de ejemplificar, suponiendo que la economía crezca un 4% en cada uno de los próximos dos años y que la tasa de inflación para cada año sea del 5% anual, con el gasto público primario creciendo a una tasa equivalente a la suma de la tasa de inflación y del crecimiento poblacional (esto es, que el gasto público per capita se mantenga constante, en términos reales); luego el sobrante primario potencial (recaudación de impuestos menos gasto primario) iría desde el 4% del PIB (año 2004) hasta casi el 5% del Producto en el año 2006. Estos resultados posibilitarían la creación del fondo anticíclico fiscal (conformados por los excesos respecto del 3% de superávit primario comprometido) siempre que el crecimiento de nuestra economía supere al 1,2% anual de aumento poblacional.
El fondo anticíclico fiscal, no sólo es factible por su acumulación en el tiempo, también sería necesario, tanto por razones fiscales, como por requerimientos sociales.
La resolución de la agenda fiscal pendiente requiere de fondos. La eliminación de los impuestos distorsivos para mejorar la calidad del superávit primario, la reforma de la ley de Coparticipación Federal de Impuestos, necesitan de recursos que permitan viabilizar estas reformas en términos políticos. La reestructuración por única vez de la deuda pública (léase sin un nuevo traumático default en los próximos años), depende crucialmente de la concreción de estas reformas.
Los temas sociales, sobre los que ponen mucho énfasis las autoridades nacionales, también requieren de fondos a futuro. Los ciclos económicos existen; 16 de los últimos 30 años hubo crecimiento económico y en los 14 restantes la economía tuvo contracción en el nivel de actividad económica. Para ser más gráfico, basta recordar como en cada uno de los tres últimos ciclos recesivos, en la medida que el producto se contraía, los indicadores sociales (desempleo, pobreza, indigencia y distribución del ingreso) se deterioraban (Ver cuadro). Todo esto con el agravante que, luego de un proceso de recuperación, en la siguiente contracción los indicadores sociales alcanzaban nuevos niveles récord, negativos por cierto.
Ante la elevada probabilidad de tener holgura fiscal en la Argentina durante los próximos años, el fondo anticíclico aiscal sería útil para atender las dos grandes exigencias; la atención social y la nueva deuda pública.
Por el contrario, las posturas extremas son inconvenientes, dada la emergencia doble (social y fiscal) que hoy vive la Argentina. Si se utiliza el remanente del 3% del PIB para pagar deuda reestructurada por anticipado el riesgo de estallido social sería muy elevado. En cambio, si se aplicase el sobrante fiscal (por sobre el 3% del PIB) en un mayor gasto corriente del sector público, los riesgos financieros crecerían considerablemente.
La creación e instrumentación del fondo anticíclico fiscal disminuye amenazas y genera oportunidades. Evita la clásica discrecionalidad de nuestra política económica. Al definir cómo, hasta cuánto, cuando y en qué se puede aplicar el fondo (producto de una Ley) se minimiza el riesgo de modificación del pensamiento de las autoridades económicas, siempre y cuando las mismas perduren en sus funciones a lo largo del tiempo.
El fondo anticíclico fiscal aumenta la probabilidad de lograr crecimiento económico sostenido, y este proceso (nada que ver con los ’90 en la Argentina y sí se parecería a las dos últimas décadas de Chile) no solo permite un mejor ordenamiento fiscal (reestructuración exitosa de la deuda pública, superávit primario sin impuestos distorsivos, mejor coparticipación, mayor responsabilidad provincial, etcétera), también contribuye en la necesaria mejoría de las variables sociales; disminuyendo el desempleo, creando empleos de mayor calidad contractual, con menos pobres y con salarios reales más elevados.