Después de durante años descuidar sus fronteras en la región de Asia-Pacífico, Rusia se esfuerza por quedar bien con sus vecinos asiáticos. Está invirtiendo dinero en ciudades del Lejano Oriente como Vladivostok y buscando oportunidades comerciales allí.
El cambio de foco de Occidente a Oriente que está experimentando Rusia se debe en parte a los problemas en la eurozona, aunque para los analistas debería haber ocurrido hace años. Si viviera, Pedro el Grande abandonaría Moscú y no iría a San Petersburgo sino que ubicaría su capital en algún lugar cercano de Valdivostok. Esa es la frontera, aseguró Dmitry Trenim, del Centro Carnegie en Moscú. Aún sin la crisis del euro, el centro de gravedad en el mundo de la estrategia económica, política y militar se está moviendo hacia la región Asia-Pacífico, agregó.
En septiembre, Rusia por primera vez será el anfitrión de la Cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico, antes de la cual está desplegando la alfombra roja para los otros países participantes, con eventos como el concurso de pop coreano, que forma parte de de un festival de un mes que celebra la amistad ruso-coreana.
A nivel político, Moscú intensificó las reuniones con líderes asiáticos (el presidente Vladimir Putin y el primer ministro Dmitry Medvedev se reunieron con sus pares chinos siete veces en los últimos 18 meses) y fortaleció sus lazos económicos. Rusia y China prometieron aumentar el comercio bilateral de u$s 83.500 millones en 2011 a u$s 200.000 millones en 2020. El comercio con Japón se duplicó y más entre 2005 y 2010, a u$s 23.100 millones, mientras que con Corea del Sur se triplicó a u$s 17.700 millones en el mismo período.
El cambio se debe a la simple relación entre la oferta y la demanda y a cuestiones geográficas. Rusia, un país rico en recursos, puede abastecer a la industria asiática con las materias primas que requiere para mantener el crecimiento, y además llegar a la región más rápido que otros proveedores de recursos.
En general las materias primas tardan en dos y cuatro días para llegar a China desde Rusia, comparado con los 23 días en barco desde Sudáfrica, contó Artem Volynets, CEO del holding EN+.
Rusia puede convertir a Siberia en un Canadá, aseguró Volynets. Tiene una verdadera oportunidad para diversificarse y dejar de depender de Europa, continuó.
Una de las razones por las que Rusia ignoró el crecimiento asiático fue que temía que la creciente población china se trasladara a su territorio, que está escasamente poblado, explicó el catedrático Sergei Karaganov. Nunca vimos oportunidades, sino amenazas.
Para desarrollar el Lejano Oriente, el Kremlin deberá no sólo aumentar la población sino también atraer el tipo de profesionales capaces de diversificar la economía, pero según un reciente sondeo un 40% de los rusos que ya viven allí quieren irse por los bajos salarios y las escasas perspectivas.
Más difíciles de abordar son los problemas por falta de infraestructura, que afectan no sólo el Lejano Oriente sino también los caminos y ferrocarriles que se suponen que conectan la región con el resto del país. Solamente una tercera parte de los caminos de Rusia en el Lejano Oriente cumple con los estándares de calidad del Banco Mundial, explicó Klaus Kleinfeld, presidente de Alcoa.
