Intenso y extravagante en igual medida, Arnaud Montebourg nunca se aleja de la polémica. Como ministro para la renovación industrial del presidente François Hollande, en 2012 acusó a ArcelorMittal, la siderúrgica líder del mundo, de mentir y amenazó a la compañía con una nacionalización temporaria.
Para rematar el despiadado ataque a la compañía y a Lakshmi Mittal, su CEO multimillonario británico nacido en India, Montebourg le dijo al diario Les Echos en aquel entonces: Ya no queremos a Mittal en Francia porque no respetan a Francia.
Cuando Maurice Taylor, el CEO del fabricante de neumáticos Titan International, el año pasado llamó haraganes a los trabajadores franceses y los amenazó con inundar el mercado galo con productos baratos, la respuesta de Montebourg fue casi inmediata. Sus ideas son tan extremistas que insultan escribió en una carta abierta. Descanse tranquilo, puede contar conmigo para controlar ... con redoblada vigilancia la importación de sus neumáticos a Francia.
Comparó a la canciller alemana Angela Merkel con Bismarck, el líder autoritario del siglo XIX, y suele criticar a Bruselas.
Esta semana, este hombre de 51 años lo hizo otra vez. Dos meses después de decir que estaba contento de estar en el corazón del gobierno izquierdista de Francia, este fin de semana provocó una crisis al criticar la estrategia económica de Hollande y culpar a Alemania por apoyar las severas políticas fiscales en Europa.
Los críticos insisten en que el izquierdista Montebourg es poco más que un charlatán con un enorme ego e ideas políticas que pertenecen al pasado. François Fillon, ex primer ministro y miembro del partido de la oposición UMP, una vez se refirió a él diciendo: Habla con gran arrogancia, dando lecciones al mundo entero.
Geoffroy Roux de Bézieux, vicepresidente de Medef, el sindicato de trabajadores de Francia, ayer señaló que el ministro vive en una era equivocada y defiende políticas de los noventa
Sin embargo, hasta sus críticos más feroces reconocen que Montebourg es inteligente y un incansable ambicioso; entre otras cosas, no oculta su meta de ser un día presidente de Francia.
También aseguran que en su actual puesto como ministro de Industria instó a Hollande a mantener en sus cargos a la izquierda extrema del Partido Socialista cuando el presidente francés daba señales de cambiar el curso económico hacia políticas más favorables para las empresas.
De hecho, pocos dudarían en asegurar que ha tenido considerable influencia dentro del gobierno. El centrista Manuel Valls, que ayer presentó su renuncia como primer ministro, hace poco se complicó la vida elogiando a Montebourg cuando el gobierno cerró un acuerdo para aprobar la adquisición de la división de energía de Alstom por parte de General Electric.
La adquisición de 20% de Alstom por parte del Estado fue considerada en parte como una manera de apaciguar a Montebourg, que se había opuesto a la iniciativa de GE.
Montebourg nació en Clamecy en 1962. Su padre era empleado público en el ministerio de Economía; su madre, maestra proveniente de Argelia. Después de completar sus estudios en París, Montebourg se desempeñó como abogado hasta que entró en la política oficialmente en la segunda mitad de los años noventa. En 2002, cofundó el partido Nuevo Socialista pero lo abandonó para crear un nuevo movimiento dentro del partido llamado Renovación Ahora. A fines de 2006, fue designado vocero de la campaña presidencial de Ségolène Royal. Royal luego lo suspendió durante un mes después de que en televisión dijo que lo único malo de la candidata socialista era su pareja de aquel entonces, que era el mismísimo Hollande.
