En una carpa al lado de la catedral de Ciudad de México, Aurelio Martínez reunió lo que él cree es prueba de que la elección de México fue un fraude: llaveros, gorros y otros artículos estampados con el logo del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Esos objetos, que supuestamente entregaban autoridades del PRI a cambio de votos, son parte de una muestra de apoyo a Andrés Manuel López Obrador (Amlo), el candidato de izquierda, que puso en duda la victoria de Enrique Peña Nieto, del PRI, en los comicios del 1º de julio.
El problema para los seguidores de Amlo como Martinez es que a los mexicanos parece importarle cada vez menos que haya habido fraude en las últimas elecciones.
La pasión de la gente se está gradualmente debilitando en los cinco meses que transcurren entre los comicios y la asunción presidencial el 1 de diciembre. Además, los argumentos de Amlo de que el PRI hizo trampa parecen ser pobres, a pesar del documento de 638 páginas con evidencias que él ha entregado.
Se espera un fallo del tribunal electoral de México para el 6 de septiembre, pero incluso el partido de Amlo, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), se muestra cansado de dar pelea.
En una entrevista la semana pasada, Graco Ramírez, miembro del PRD dijo: Tan pronto el tribunal tenga una resolución, vamos a seguir adelante... queremos dialogar con todas las fuerzas políticas, cerrar acuerdos con el Partido de Acción Nacional (PAN), con el PRI, con todos.
