
Finalmente está sucediendo. Después de 19 meses de tensas negociaciones, se selló un acuerdo tentativo para el Brexit a "nivel técnico". Parece que los temas cruciales en discusión entre el Reino Unido y la UE se han resuelto. Ahora está en los políticas finalizar este prolongado proceso.
Los detalles finos del emergente acuerdo del Brexit son escasos. Pero los informes sugieren que es similar a lo que venía evolucionando en los últimos meses: la factura del divorcio, el período de transición, la barrera física para la frontera con Irlanda del Norte y la posibilidad de una unión aduanera a largo plazo para Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Los ministros del gabinete anoche visitaban Downing Street para leer el texto definitivo del borrador de 500 páginas y reunirse con Theresa May, primera ministra, para conversar sobre si ellos consideran que es aceptable.
Y hoy habrá una reunión improvisada con el gabinete de May. Si la primera ministra convence a sus ministros de respaldar el acuerdo provisorio, podrá presentarlo ante la Unión Europea compuesta por 27 naciones durante una cumbre a fines de este mes.
El Reino Unido y la UE publicarán dos documentos completos: El acuerdo de salida y la declaración política sobre la relación de largo plazo. Y luego el acuerdo será presentado ante los parlamentos británico y europeo para su ratificación antes de marzo de 2019.
La pregunta ahora no es si se puede hacer un acuerdo, sino si hay voluntad política para sellarlo.
Downing Street durante tiempo tomó las renuncias ministeriales como parte del proceso. Ahora todos los ojos estarán puestos sobre un cuarteto para ver si dan o no un paso al costado en el día de hoy.
Penny Mordaunt, secretaria de desarrollo internacional y voz clave de la campaña a favor del Brexit, hizo saber que el gabinete y el parlamento actuarán como control sobre cualquier acuerdo para la salida de Gran Bretaña de la UE. Quizás decida que las compensaciones incluidas en el texto borrador son demasiadas. Lo mismo para Esther McVey, la secretaria de trabajo pensiones, y Andrea Leadsom, líder de la Cámara de los Comunes. Ambas se mostraron cada vez más molestas con la dirección que iban tomando las negociaciones.
Las tres podrían renunciar, pero lo más probable es que el gobierno siga adelante. Está repleto de ministros junior compitiendo por un ascenso que felices dejarían de lado cualquier recelo sobre un acuerdo con tal de asumir un cargo ministerial. La única figura que realmente importa es Dominic Raab, secretario del Brexit. Ha sido una de las voces más fuertes en contra de una barrera indefinida la póliza de seguro para mantener una frontera irlandesa suave sin que haya una clara cláusula de salida. Ahora tendrá que explicar cómo el acuerdo emergente es coherente con sus anteriores compromisos. Si Raab renuncia, probable implique el fin del acuerdo y de May.
Pero si Raab se queda, los miembros del parlamento que apoyan el Brexit podrían respaldar a la primera ministra.
Para May, las próximas 48 horas serán algunas de las más importantes de su carrera. Si logra que este acuerdo provisorio pase por el gabinete sin grandes problemas, entonces enfrentará la imponente tarea de conseguir la aprobación en la Cámara de los Comunes. La renuncia del ministro Jo Johnson el viernes pasado sin duda complica mucho más esa misión.
Una porción significativa de los miembros tories del parlamento parece pensar que no tiene chances. Pero los miembros del parlamento de todos los colores especialmente los conservadores están por recibir el golpe de una feroz operación de relaciones públicas.
En Westminster son generalizadas las dudas sobre las posibilidades de que salga algún acuerdo. Pero la política del Brexit ha sido altamente volátil desde que se llevó acabo el referéndum. Esa volatilidad está por intensificarse.














