Si uno se guía por el desempeño de los mercados de acciones y bonos de Asia, los inversores parecen ser bastante optimistas en cuanto a los riesgos de que el Tesoro de Estados Unidos se quede sin dinero o que la crisis de deuda en la eurozona esté avanzando sin control.

La paralización en las negociaciones sobre si subir o no el techo de la deuda norteamericana todavía no afectó seriamente a los mercados financieros de la región. De hecho, las acciones asiáticas registraron alzas en las últimas semanas; el índice FTSE All-World Asia Pacific, que excluye a Japón, subió 3% desde que comenzó el año.

Y si bien el costo del seguro contra defaults corporativos en Asia se volvió más volátil y caro en los últimos dos meses, el índice iTraxx, que tampoco incluye Japón —una medida del riesgo crediticio— sigue muy por debajo de sus niveles promedio de 2010.

La pregunta es, qué pasará si Estados Unidos tiene una crisis de deuda o si un probable default griego se suma a los problemas de Europa? ¿Asia es más o menos vulnerable a un contagio que en 2008, cuando la crisis financiera global azotó a las economías occidentales?

“Definitivamente no está considerado en las cotizaciones un default gigantesco o una reducción de la nota crediticia de Estados Unidos,” comentó Shane Oliver de AMP Capital Investors, con sede en Sidney.

Al igual que la mayoría de los participantes del mercado, Oliver confía en que los políticos norteamericanos encontrarán una solución para elevar el tope de endeudamiento, antes de que se termine el tiempo la semana próxima. Sin embargo, reconoce que una crisis seria en Estados Unidos o Europa golpearía a los mercados financieros asiáticos tan fuerte como hace tres años.

Otros son más pesimistas, y aseguran que esta vez la región es más vulnerable al contagio porque los gobiernos tienen menor capacidad para aplicar otra ronda de medidas de estímulo.

En 2008 y 2009, cuando quebró Lehman Brothers, los mercados de financiación global se congelaron y el comercio internacional se derrumbó, las acciones y bonos asiáticos se desplomaron aún más que los títulos valores que se encontraban en el centro de la tormenta en EE.UU..

Esas salvajes caídas fueron más molestas para los inversores porque en los años anteriores existía la creencia generalizada de que Asia se estaba “desacoplando” de occidente.

Asia sigue siendo altamente dependiente de Europa y Estados Unidos, mayormente a través de las exportaciones de productos y servicios hacia los consumidores occidentales, pero cada vez más a través del sistema financiero y los flujos de capitales.

Viktor Hjort, analista de crédito en Morgan Stanley desde Hong Kong, señaló que “la fuente más rápida y peligrosa de contagio” para los mercados de bonos asiáticos es el congelamiento de los mercados globales de financiación. En la crisis financiera de 2008, los bancos europeos redujeron 20% los préstamos hacia Asia, lo que provocó un generalizado contagio e impidió a algunas compañías renovar su deuda.

Hjort sostiene que las economías asiáticas están mejor posicionadas para enfrentar una escasez de liquidez global comparado con 2008 porque las reservas en divisas han aumentado y los sistemas bancarios hoy dependen menos de la financiación extranjera o mayorista.

Los rendimientos de los bonos ahora son más altos también, porque los inversores asumieron enfoques más cautelosos hacia los riesgos de default e inflación. En forma similar, las acciones en la región son menos caras que hace tres años, lo que sugiere que quizás tengan menos para caer en un escenario de crisis.

Pero pese a todo eso, los analistas sostienen que hay una importante diferencia entre 2008 y ahora que amenaza con convertir en más peligrosa cualquier nueva crisis: después de liberar sumas de dinero sin precedentes para combatir la última crisis financiera, los gobiernos y bancos centrales usaron gran parte de su capacidad de lucha contra la crisis.