La moneda de Turquía ayer volvió a ser objeto de una fuerte presión mientras el temor por su economía y su sector bancario se propaga en los mercados emergentes.
La caída de la lira superior a 2%, los mayores descensos en las acciones de bancos turcos y el alza de los rendimientos de los bonos fue lo que provocó una serie de malas noticias provenientes de un país cuyo presidente, Recep Tayyip Erdogan, se mantiene alejado de los inversores desde su reelección en junio.
Las nuevas convulsiones que sufrieron los mercados turcos se extendieron a otros mercados emergentes. El rand de Sudáfrica retrocedió 1,2%, mientras que el peso mexicano cerró 0,4% abajo. Un indice de MSCI que sigue una amplia canasta de monedas emergentes se debilitó 0,5%, y en este mes lleva perdido casi 2%.
Una encuesta oficial muestra que disminuyó la confianza que los consumidores y las empresas turcas tienen puesta en la economía del país. El índice del Instituto Estadístico Turco se deslizó de 92,2 en julio a 83.9 en agosto, con caídas que se registraron en todos los sectores desde el comercio minorista hasta la construcción.
El informe es uno de los muchos publicados recientemente que sugieren que el derrumbe de la lira y las agitación en los mercados financieros tuvieron serias ramificaciones para la economía.
"Creo que esta es una lectura muy clara de un aterrizaje muy forzoso", dijo Tim Ash, estratega de la administradora de fondos BlueBay, que tiene sus oficinas en Londres.
La lira cotizaba cerca de su piso cuando abrió Wall Street y cerró con una baja de 2,4% contra el dólar. En lo que va de 2018, retrocedió 41%. A una cotización de 6,4 liras por dólar está volviendo a su piso histórico de 7,21 liras por dólar registrado este mes.
En renta fija, los precios del bono turco nominado en dólares también se debilitaron ayer, un eco de la agitación que en las última semanas forzaron un alza de los rendimientos.
Berat Albayrak, ministro de finanzas de Turquía, intensificó la sensación de intranquilidad cuando fue citado por el diario Hurriyet ayer diciendo que la economía o el sistema financiero de Turquía no corren "un gran riesgo" porque los fundamentals son sólidos.
El novato ministro de finanzas, que es el yerno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, también anunció que viajará a Londres la semana próxima.
Esos comentarios los hizo después de que el martes a última hora la agencia calificadora Moodys tomara la decisión de bajar la calificación de 18 bancos turcos y dos compañías financieras. Moodys advirtió que "los bancos turcos dependen mucho de la financiación en moneda extranjera".Y señaló: "Esto hace que el sistema bancario sea particularmente sensible a los potenciales cambios de ánimo entrelos inversores, porque esas obligaciones en moneda extranjera deben refinanciarse regularmente".
Durante el año próximo, cerca de u$s 77.000 millones en bonos mayoristas y préstamos sindicados en moneda extranjera -el equivalente al 41% de la financiación total del mercado- tendrán que refinanciarse, aseguraron desde Moodys.
Y la agencia calificadora agregó: "En un escenario de caídas, donde el ánimo de los inversores cambia, el riesgo de un cierre prolongado del mercado mayorista llevaría a la mayoría de los bancos a desapalancarse considerablemente, o a necesitar apoyo financiero externo del gobierno o del banco central".
Los inversores también están esperando con gran interés las últimas cifras de la inflación turca, que probablemente se publiquen este lunes.
Los economistas calculan que el debilitamiento de la lira podría haber avivado una aceleración del aumento de precios, que rozó el 16% interanual en julio.
"Es cada vez mayor la inquietud en el mercado en cuanto a cómo la turbulencia cambiaria de mediados de agosto se verá reflejada en los próximos datos", dijo Esther Reichelt, analista de Commerzbank, quien agregó que los datos de inflación "mostrarán con qué urgencia debe actuar la política monetaria".
