
Comprar una acción o un bono con nombre que lleve la palabra China o Sino solía ser un camino seguro hacia la riqueza. Así de fuerte era la demanda por un trozo del mercado emergente más atractivo del mundo. Pero ahora ocurre lo contrario.
Los títulos valores chinos que cotizan en las bolsas más importantes del mundo, incluyendo Nueva York, Hong Kong y Toronto, se derrumbaron en las últimas semanas. Los inversores se están mostrando reacios a aceptar casi todo lo que provenga del gigante oriental. Creció el nerviosismo desde que una serie de compañías chinas han sido acusadas de fraude, discrepancias contables u otros incumplimientos de normas corporativas.
Sino Forest, compañía del sector forestal que cotiza en Toronto y cuyo mayor inversor es un hedge fund de u$s 37.000 millones, se derrumbó 80% desde que fue denunciada hace dos semanas de sobrestimar sus ventas y activos pese a las fuertes desmentidas de la empresa.
De hecho, desde que Muddy Waters, una firma de investigaciones controlada por Carson Block, por primera vez inculpó de fraude a la compañía, los mercados de bonos internacionales aislaron a muchos emisores chinos. En Estados Unidos, las acciones de al menos 20 empresas chinas fueron suspendidas o expulsadas de bolsas de Nueva York el año pasado debido a problemas con auditorías contables.
Este es un llamado de atención para todos sobre los aspectos inherentes a los negocios en China, explicó Fraser Howie, experto en el mundo bursátil chino. Esto bien podría conducir a una recalificación de estas compañías. La gente simplemente no estará preparada para pagar tanto por China porque los riesgos son muy superiores a los que creían.
Extractos de cuenta falsos, activos y clientes ficticios, y operaciones no reveladas son sólo algunos de los problemas que en las últimas semanas y meses se han descubierto en otras compañías chinas que cotizan en el extranjero.
Las acusaciones provocaron pánico en Wall Street, por lo que la Securities and Exchange Commission inició una investigación y obligó al Nasdaq a fijar normas más estrictas.
Frente al aumento de acusaciones de fraude, los inversores temen que no cedan los casos en el corto plazo. Los reguladores, abogados y auditores internacionales enfrentan formidables obstáculos para obtener información detallada sobre las empresas chinas, ni qué hablar de congelar activos o exigir el cumplimiento de órdenes judiciales si se puede probar el fraude. Si no hay resoluciones en el corto plazo, estos supuestos fraudes harán mucho mal al ánimo del sector, comentó Owen Gallimore de ANZ.










