"No tenés cartas", le dijo Donald Trump a Volodimir Zelenski a principios de este año. Últimamente los presidentes de Estados Unidos y Ucrania se llevan mejor, pero el enfoque brutalmente realista de Trump en las relaciones internacionales persiste. Todo es una prueba de fuerza. ¿Quién tiene las mejores cartas? La administración Trump parece haberse dado cuenta de que, en el juego de póker comercial con China, es Pekín quien tiene un as en la manga.Este mes ha ampliado la tregua de 90 días en su guerra comercial con China durante tres meses más. Como resultado, China actualmente tiene aranceles más favorables con EE.UU. que Suiza o India. El as de Pekín es su casi monopolio en la producción de tierras raras y otros minerales esenciales para la industria occidental y el ejército estadounidense. Los nombres de las tierras raras siguen siendo exóticos y poco conocidos para los habitantes de Occidente. Si Tom Lehrer viviera, podría haber fomentado la comprensión pública musicalizándolos, como hizo en su día con los elementos químicos. Pero si se produce una guerra comercial a gran escala, el público occidental podría familiarizarse pronto con nombres como neodimio y disprosio. China empezó a jugar en serio justo después del "día de la liberación", el 2 de abril, cuando Trump anunció aranceles punitivos para la mayor parte del mundo, especialmente a China. Dos días después, el Ministerio de Comercio de Pekín anunció que iba a imponer controles a la exportación de siete tipos de tierras raras. El efecto en la industria automovilística mundial fue drástico y se sintió en cuestión de semanas. Jim Farley, consejero delegado de Ford, admitió a principios de junio que la escasez de tierras raras utilizadas en imanes había obligado a su empresa a cerrar fábricas temporalmente. Los fabricantes europeos tuvieron problemas similares. Ante esta crisis, la administración Trump tuvo que relajar las restricciones. Se llegó a un acuerdo temporal en junio. Pero si Trump vuelve a elevar los aranceles a niveles estratosféricos, Pekín casi con seguridad volverá a imponer estrictos controles a la exportación. Incluso ahora no ha abandonado por completo sus restricciones a las exportaciones de tierras raras. Los pedidos del extranjero que parecen intentos de acaparar tierras raras siguen bloqueados. El control de Pekín sobre estos productos esenciales para la industria occidental otorga a China una posición excepcionalmente poderosa en cualquier guerra comercial con EE.UU. Una amenaza china de bloquear la exportación de tierras raras es una carta mucho más poderosa que una amenaza europea de bloquear la exportación de bolsos Gucci. Incluso para algunos de los sistemas de armamento de los que EEUU dependería en caso de una guerra con China las tierras raras chinas son esenciales. El avión de combate F-35 usa varias tierras raras procedentes del país, como el samario, crucial para los imanes resistentes al calor, y el itrio, vital para los sistemas de puntería. La transición ecológica de Europa también se paralizaría sin un suministro constante de minerales esenciales y tierras raras chinas, como el germanio, utilizado en baterías. Un destacado político europeo me dijo recientemente: "Nuestra dependencia energética de Rusia es muy baja en comparación con la de China en lo que respecta a los minerales esenciales. Lo hemos apostado todo a la transición ecológica y China podría paralizarnos". China ha ido desarrollando esta fortaleza estratégica a lo largo de muchas décadas. En 1987, Deng Xiaoping, entonces líder del país, comentó: "Oriente Próximo tiene petróleo. China tiene tierras raras". En realidad, las tierras raras se encuentran en todo el mundo. Pero debido a la disposición de China a involucrarse en el negocio, a menudo turbio, de la extracción y el procesamiento de minerales esenciales, como las tierras raras, el país tiene casi el monopolio de este mercado: se cree que extrae entre el 60% y el 70% de las tierras raras del mundo y controla alrededor del 90% de su procesamiento y refinación. Occidente es consciente desde hace tiempo de los peligros teóricos de su dependencia de las tierras raras chinas. Según un miembro de la administración Trump, "llevamos teniendo este problema durante décadas. Occidente se ha visto obstaculizado por la combinación de las preocupaciones ambientales y la reticencia a la intervención estatal en el mercado". ¿La guerra comercial, sumada a la creciente rivalidad militar con China, finalmente impulsará a Occidente a resolver el problema de las tierras raras? ¿Y podrá actuar con la suficiente rapidez? Se nota una mayor urgencia en Washington y Bruselas. Cuando Trump anunció recientemente un marco para un acuerdo de paz entre Ruanda y la República Democrática del Congo, declaró: "Como parte de él, estamos obteniendo muchos derechos mineros para EE.UU". También presionó a Ucrania para que le cediera derechos mineros a cambio del apoyo estadounidense. La Ley de Materias Primas Esenciales de la UE, que entró en vigor el año pasado, ha establecido objetivos para reducir la dependencia de China. Sin embargo, hasta el momento, la UE no tiene minas de tierras raras en funcionamiento y sólo dos grandes plantas de procesamiento. Superar las objeciones ambientales al procesamiento podría ser aún más difícil que obtener acceso a los minerales. Solvay tiene previsto ampliar su fábrica en el oeste de Francia, pero cumplir las normas de la UE incrementará considerablemente los costes de producción. Un responsable de seguridad occidental afirma que "nos ha llevado más de 20 años alcanzar este grado de dependencia de China. Y tardaremos otros 20 años en eliminar esa dependencia". Pero Occidente quizá no tenga el lujo de esperar una generación para solucionar el problema.