En tiempos de inestabilidad, la pasividad es la peor receta. Esa fue el hilo conductor del análisis del economista Ricardo Dessy, Global Transaction Services Latam de Citibank, en el marco del 4° seminario Económico-Financiero. Lo peor que podemos hacer es quedarnos petrificados. Hay que mirar un poquito más allá, sentenció en el arranque para explicar luego el pasaje de la crisis financiera a la de confianza y, luego, a la crisis de pánico. El peor consejero de los analistas de crédito es la liquidez. Con las tasas a 1%, cualquier proyecto es atractivo. El principal problema fue no darse cuenta de que estábamos midiendo con una vara muy baja, comentó sobre la crisis de las hipotecas en los Estados Unidos.

Para explicar la crisis actual utilizó una metáfora: Es como ir en un avión y ver que hay fuego en una turbina. Uno va a la cabina del piloto y le cuenta lo que pasa. Pueden suceder varias cosas: que el piloto diga que está todo bajo control, que asegure que hay un recalentamiento pero que no fuego (cuando uno ya vio la llama). En ese momento se genera un gap de información asimétrica: mucho peor que tener un problema es tener un problema y no saberlo. Y, entonces, viene la crisis de confianza.

Falta de decisión

Dessy recordó que los consumidores indagaban si la pérdida podía ser de un millón o 100 pero nadie podía darles una respuesta. El panorama se complicó aún más cuando la crisis de confianza migró a una crisis de pánico. En el ejemplo del avión, sería cuando los pilotos se están peleando porque uno quiere apretar el botón rojo y el otro el botón amarillo. Ven el fuego pero no saben qué hacer. Es como la crisis de la Puerta 12, de la corrida irracional donde nadie ve nada y todos se van empujando, graficó. Fue también en un escenario así que el valor de las acciones comenzara a caer en picada sin explicación razonable. ¿Cómo puede ser que las acciones caigan de u$s 40 a u$s 1?, cuestionó, el economista.

Dessy rescató a Obama como la figura que pudo tomar una decisión. En medio de esta crisis, él dijo: yo voy a emitir todo lo que sea necesario, pero les aseguro que no va a caer. La diferencia con Europa es que no hay quien tome decisiones. En los Estados Unidos, en algún momento, el jefe dice: acá mando yo. En un momento de emergencia no se puede debatir, sentenció.

Intentando entender lo que actualmente pasa en Europa, aludió a la cuestión de lo que sucede con la asistencia a Grecia por parte de los países fuertes de la eurozona. Europa, al tener moneda común, perjudica a todos y, además no termina de implementar las variables que den confianza, como la del empleo, dijo. Nuevamente, el economista recurre a un ejemplo que, por momentos, hasta hizo reír al público. Supongamos que yo estoy en las inferiores de un club de barrio y me invita Messi a jugar en el Barça. Voy, me pongo la misma camiseta, entro con los 11 jugadores y, aunque soy un colado me esmero, corro. La pregunta es: ¿cuánto va a caer la performance del Barcelona conmigo? Obvio que un poco, pero no será mala porque además de Messi, están Xavi e Iniesta. En cambio, mi performance tomada individualmente en promedio mejora porque cuando yo la paso, Messi la baja, la acomoda, contó.

La incógnita

El problema para el especilista, siguiendo con este ejemplo, llega cuando termina el partido y vienen los vendedores de autos carísimos a ofrecerle el auto de sus sueños. Tengo el Lamborghini, departamento en Mónaco, vienen los fondos de inversión. Pero, en algún momento, emerge la única verdad, que es la realidad y me mandan a un equipo menor, me bajan el sueldo y entro a jugar en otra liga. Vienen los acreedores a cobrar el auto y aunque yo les explico que no puedo pagar, ellos me dicen que si no pago, afecto el crédito de Iniesta, de Messi y de todo el equipo de primera. Y ahí yo sé que tengo que pagar esto para no afectar a los grandes jugadores. Eso es lo que está pasando en Europa, graficó. La incógnita es entonces asistir a Grecia o no. El problema: si se asiste a uno se debe asistir al resto.

Dicho esto, Dessy cerró con las proyecciones a futuro. En este momento, se está debatiendo cuál es el costo y dónde termina. La confusión, tal dijeron los Les Luthiers, está clarísima. Por eso, es mejor mirar más allá. Esta vez somos muy optimistas, inició el economista su cierre. Como una de las posibles soluciones de cara al futuro, recordó el impulso que puede generar un factor en particular. La diferencia la está haciendo la tecnología. Los chicos de la señora que trabaja en casa tienen acceso a la biblioteca de Harvard. Internet está produciendo un acercamiento de los estratos y, concretamente, los países emergentes tendrán una mejor perfomance. Por eso, esperamos un crecimiento de estos países, acompañado de un contexto de mayor previsibilidad, porque hay muchas lecciones aprendidas.