Después de considerar cerrada la temporada más tumultuosa en el sistema financiero, el Banco Central (BC) de Brasil comenzará a controlar la conducta de las instituciones financieras más allá de su liquidez y solvencia. En el radar de la autoridad monetaria, aparece el comportamiento de los bancos en relación a temas como tarifas, competencia e incluso agentes bancarios. A partir de 2013, la dirección de fiscalización, dirigida por Anthero de Moraes Meirelles, contará con un equipo de 50 personas, cuyo objetivo será llevar adelante la "supervisión de la conducta".
La misión de esos funcionarios será verificar si las instituciones siguen las reglas en una serie de temas, que van de la prevención al lavado de dinero y al microcrédito.
El BC considera que hasta ahora ese trabajo solo se hacía cuando surgían problemas específicos, sin una supervisión más constante de la adhesión de las instituciones a las normas. Quejas de los clientes sobre las tarifas, por ejemplo, llevaron a la autoridad monetaria a verificar la existencia o no de ese problema específico, pero sin una acción previa que podría haber evitado el problema al consumidor.
En otras áreas de los bancos, como exposición a derivados, captaciones, carteras de crédito, cambio y liquidez se realiza un seguimiento diario a través de softwares por tratarse de temas vitales para las instituciones financieras.
Con el control que se realiza sobre los bancos desde 2010, después de que salieran a la luz fraudes que derivaron en un rojo de R$ 4.300 millones en el PanAmericano, el BC evalúa que el seguimiento de la conducta de esas entidades terminó en un segundo plano.
Una vez intensificada, la fiscalización hizo que, en los últimos tres años, seis bancos cambiasen de control y otras cuatro instituciones terminaran liquidadas. De los procesos administrativos abiertos por irregularidades, las penas aplicadas a los ex banqueros suman cerca de 500 años de inhabilitación para actuar en el mercado financiero.
Considerando que ese proceso de limpieza concluyó con la intervención del BVA, en octubre, el BC quiere a partir de ahora tratar con el mismo rigor la adhesión de los bancos a otras reglas no vinculadas con la liquidez ni la solvencia. Esa doble supervisión de la autoridad monetaria se inspiró en modelos adoptados en países como Portugal y Reino Unido.
Inicialmente, el equipo de Alexandre Tombini, presidente del Central, analizará en detalle el próximo año específicamente tres temas: agentes bancarios, competencia y controles de dirección obligatoria de depósitos para créditos, como el inmobiliario y el microcrédito.
No por casualidad el BC eligió algunos de esos tópicos. Los agentes responsables de la venta de productos bancarios son desde hace tiempo una figura controversial. Esos corresponsales cobran a los bancos una comisión por servicios vendidos. El tamaño de esa comisión es objeto constante de discusión entre bancos y agentes.
El debate en torno de la competencia también se aceleró. A través de un acuerdo, el Consejo Administrativo de Defensa Económica (Cade) consiguió en octubre que el Banco do Brasil (BB) dejara de lado una cláusula que agregaba a los contratos con organismos públicos.
Esa cláusula obligaba a empleados de administraciones que reciben el sueldo en el banco a obtener el crédito consignado solo con el BB. El Término de Compromiso de Cesación de Práctica (TCC) prevé también que el banco público desembolse R$ 99,5 millones.