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Enclavado en la majestuosidad de los Pirineos, existe un lugar que parece detenido en el tiempo. Rodeado de bosques húmedos, altas cumbres y paisajes que cambian con cada estación, este pueblo conserva la esencia de las aldeas medievales: casas de piedra, balcones de madera, chimeneas antiguas y calles estrechas que invitan a caminar sin apuro.

Ubicado cerca de la frontera conFrancia y con Navarra, este destino ofrece mucho más que belleza natural: tradición, historia y una profunda conexión con su entorno hacen de este sitio un verdadero tesoro del norte de España. Un refugio perfecto para quienes buscan una escapada distinta, lejos del bullicio de la ciudad.

Este lugar de cuento se llama Ansó, y ha sido reconocido oficialmente como uno de Los Pueblos Más Bonitos de España. Su casco urbano es uno de los mejores conservados del Pirineo Aragonés y fue declarado Bien de Interés Cultural por su arquitectura basada en piedra, madera y teja, materiales nobles del territorio.

Este pueblito se encuentra en la provincia de Huesca, Aragón, a unas 3 horas en coche desde Zaragoza y poco más de 4 desde Pamplona. Es un destino ideal de fin de semana, ya que ofrece contacto con la naturaleza, historia y el encanto del pirineo.

Ansó: la historia y el legado del pueblo medieval

El casco urbano de Ansó mantiene una arquitectura intacta: casas grandes de dos o tres pisos, con materiales típicos de la zona y separadas por "callizos", pequeños pasadizos entre viviendas. Esta organización refuerza el carácter histórico del pueblo, protegido no solo por sus construcciones, sino también por el compromiso de sus habitantes en conservarlas.

A su vez, ha sido desde tiempos inmemoriales, una de las cabeceras históricas más importantes de la montaña aragonesa. Con una altitud de 860 metros, esta villa fue cuna del primitivo Condado y posterior Reino de Aragón. Su situación estratégica le otorgó privilegios reales, autonomía política y protagonismo en acuerdos transfronterizos como el célebre Tratado de las Tres Vacas, que aún se conmemora desde 1375.

Ansó: qué hacer y qué visitar en el pueblo

Naturaleza pura y actividades al aire libre

Para los amantes de la naturaleza, Ansó es un verdadero paraíso. Desde el Parque Natural de los Valles Occidentales hasta el Paisaje Protegido de las Foces de Fago y Biniés, el entorno invita a disfrutar de todas las estaciones. Se pueden realizar caminatas suaves o ascender a cumbres de más de 2.300 metros, practicar esquí de travesía, senderismo o paseos familiares entre hayedos y bosques de pino negro.

Cultura viva: el traje típico y una fiesta única

Ansó conserva uno de los trajes tradicionales más antiguos y variados de España. El último domingo de agosto, los habitantes celebran el Día de la Exaltación del Traje Ansotano, una fiesta declarada de Interés Turístico Nacional. Ese día, los vecinos se visten con sus ropas históricas, muchas con origen en la Edad Media y el Renacimiento, y comparten sus tradiciones con los visitantes.

Visitas imperdibles en Ansó y sus alrededores

Entre los puntos que no podés dejar de visitar se encuentran la iglesia de San Pedro con su retablo barroco, y el Museo del Traje Típico ubicado en la ermita de Santa Bárbara. Además, a pocos kilómetros podés descubrir parajes impresionantes como los valles de Zuriza y Linza, o acercarte al Monasterio de Siresa en el valle vecino, una joya del románico aragonés.

Sabores de montaña: gastronomía con identidad

La cocina ansotana es otro de sus grandes atractivos. Las carnes de razas autóctonas, las migas de pastor, los platos de caza y las setas de temporada ofrecen una experiencia culinaria simple pero sabrosa, profundamente ligada al territorio. Ideal para acompañar con un buen vino local tras una jornada de caminata.