

El Bar La Plata, en el número 28 de la calle de la Merçè, cumple 80 años siendo uno de los pocos bares del barrio Gòtic de Barcelona que ha resistido la gentrificación sin cambiar su fórmula. Desde su apertura en 1945, el local sirve exactamente cuatro platos: pescadito frito, montadito de butifarra, ensalada de tomate con cebolla y anchoas.
La historia y la filosofía del lugar han sido documentadas por medios como El País, que en un reciente reportaje subrayó que el bar “resiste la gentrificación del Gòtic con tapas a 2,50 euros”. Su fórmula no cambió ni un ápice en ocho décadas: comida sencilla, ingredientes frescos y precios populares, con tapas que aún rondan entre 2,50 y 3,50 euros.
El negocio fue fundado por Josep Marjanet y Joaquima Planas, y sigue hoy en manos de su familia. “Preferimos hacer cuatro cosas bien que veinte mal”, señaló su hija Anna Marjanet en la entrevista ya mencionada, al explicar la filosofía que mantiene viva la tradición. Actualmente, el nieto de los fundadores, Roger Pascual, continúa al frente del bar.
Bar La Plata: un clásico que resiste al tiempo y al turismo
Según Time Out Barcelona, el aniversario se celebró con una jornada abierta en la que los dueños invitaron a vecinos y turistas a degustar gratuitamente sus tapas emblemáticas, como gesto de agradecimiento por décadas de fidelidad.
El local conserva su barra de mármol, sus azulejos originales y el ambiente inconfundible de los bares de posguerra. No hay televisores, música ni menú digital: solo el murmullo de los clientes y las jarras de vino blanco que se sirven al instante.
La familia Marjanet-Pascual rechaza hacer cambios radicales, a pesar del auge del turismo en la zona. “No queremos convertirnos en un decorado. Esto sigue siendo un bar de barrio”, explicaron en declaraciones a Tot Barcelona.
Patrimonio familiar y símbolo de la Barcelona auténtica
En una ciudad donde la renovación constante parece ser norma, La Plata se mantiene como una excepción. Su permanencia no solo refleja una forma de entender la gastronomía, sino también un modelo de negocio familiar que prioriza la identidad local sobre el marketing.
Para muchos barceloneses, el bar es un refugio emocional en medio del cambio urbano. Se trata de un lugar donde el tiempo se detuvo, mientras afuera no deja de agobiar el bullicio.
Con más de ocho décadas de historia, el Bar La Plata no solo es una rareza gastronómica: es también una postal viva de la ciudad y un testimonio de cómo la tradición puede resistir al paso del tiempo, una tapa a la vez.













