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A principios de los años 90, el mundo de los videojuegos vivía una transformación. Nintendo, líder indiscutido del mercado gracias a sus consolas NES y Super Nintendo, buscaba dar un salto tecnológico: incorporar un lector de CD para juegos más complejos.

Para eso, selló una alianza con Sony, entonces un actor secundario en la industria, pero con gran dominio en tecnología de audio digital.

Lo que pocos sabían es que esa sociedad estaba a punto de explotar. En un giro inesperado, Nintendo rompió el acuerdo en público, humillando a Sony en una de las ferias tecnológicas más importantes del mundo. Lo que parecía una jugada para dejar fuera a su socio menor fue, sin quererlo, el nacimiento de un gigante rival.

Sony, herida en su orgullo, decidió lanzar su propia consola: la PlayStation. A partir de ese momento, comenzó una historia de éxito que cambiaría para siempre el equilibrio del mercado.

La traición de Nintendo que activó la guerra de consolas

En 1988, Nintendo y Sony comenzaron a trabajar juntos en una extensión para la Super Nintendo que permitiera leer discos compactos. La tecnología, entonces incipiente, prometía juegos con mejor audio, más contenido y gráficos más detallados. El proyecto fue llamado "Play Station" (sí, con espacio), y Sony asumiría la fabricación del lector.

Pero en 1991, durante la feria Consumer Electronics Show (CES) en Las Vegas, Nintendo anunció que abandonaba el acuerdo con Sony para aliarse con Philips, otra empresa de tecnología.

Según Ken Kutaragi, ingeniero de Sony y considerado el "padre de la PlayStation", fue un golpe devastador: "Nintendo nos traicionó públicamente, sin aviso previo. Nos quedamos en shock", recordó en una entrevista años después.

La prensa japonesa también lo cubrió como un escándalo empresarial. En lugar de retirarse, Sony tomó la decisión de avanzar sola. Y en 1994, tras años de desarrollo, presentó su primera consola doméstica: la Sony PlayStation.

El éxito de Sony y el comienzo de una nueva era en los videojuegos

Lejos de fracasar, la PlayStation fue un fenómeno global. En sus primeros años vendió más de 100 millones de unidades, superando ampliamente a la Nintendo 64, que aún apostaba por los cartuchos. El cambio de formato -del cartucho al CD- fue decisivo: los desarrolladores preferían trabajar con Sony por las mayores capacidades técnicas y costos reducidos.

"La industria cambió de manos en una década", escribió Blake J. Harris en su libro Console Wars. Sony pasó de ser un novato traicionado a convertirse en un líder de la industria, forjando franquicias como Final Fantasy VII, Metal Gear Solid y Gran Turismo. Mientras tanto, Nintendo tuvo que reestructurarse y replantear su estrategia para no perder relevancia.

El impacto de la PlayStation no fue solo comercial. Introdujo una estética más adulta, un enfoque más cinematográfico y un nuevo perfil de jugador. Cambió el tono de los videojuegos, ampliando la audiencia y consolidando la consola como una plataforma de entretenimiento más que como un simple juguete.

De la traición al legado: cómo una derrota se volvió una victoria

Hoy, más de 30 años después, la historia de la PlayStation sigue siendo un ejemplo claro de cómo un conflicto puede dar lugar a una innovación inesperada. Sony no solo sobrevivió al desprecio de Nintendo: creó una marca legendaria que, con cinco generaciones de consolas, sigue liderando el mercado global.

Nintendo, por su parte, aprendió de sus errores. A pesar de haber perdido la batalla tecnológica en los años 90, logró reinventarse con propuestas creativas como la Wii y la Nintendo Switch, que devolvieron a la compañía su lugar como referente de innovación lúdica.

Lo cierto es que sin aquella traición, la PlayStation nunca habría existido. Y tal vez el mundo del gaming sería hoy un lugar muy distinto.