En esta noticia

¿La economía va bien? No todas las preguntas tienen una sola respuesta. Para Pedro Sánchez marcha como un cohete. En cambio, cuando le toca responder al ciudadano de a pie, un porcentaje considerable de este colectivo dirá que ese cohete impacta en la línea de flotación. Una posición intermedia parte de un dato positivo pero, a la vez, muestra su aspecto negativo.

Veamos. El mercado laboral vive una tendencia alcista y no descarta romper el piso del 10% de desocupados. Pero el “riego” de nuevas contrataciones no sólo no llega a todos los trabajadores por igual, sino que cambia radicalmente el perfil de los parados. Porque el tramo de los empleados de mayor edad, que históricamente es el menos afectado por el paro, hoy muestra que los trabajadores mayores de 55 años registran más paro que el grupo de edad inmediatamente inferior, la de entre 25 y 54 años.

Este dato surge de un informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), según el cual el empeoramiento relativo en el empleo experimentado por los mayores a lo largo de las últimas décadas esconde grandes diferencias entre quienes consiguieron mantenerse en activo a lo largo de toda su trayectoria laboral y quienes tuvieron que buscar empleo más allá de los 55 años porque perdieron el suyo, acceden por primera vez o retornan al mercado laboral después de un periodo de inactividad.

Para colmo, la precariedad laboral que sufren estos últimos es mayor que la de los primeros y sus posibilidades de volver a emplearse y las condiciones de los puestos a los que logran acceder son también peores que las de cohortes más jóvenes.

Lorenzo Serrano, investigador del Ivie y catedrático de la Universitat de València, recuerda que las tasas de paro de las personas con 55 o más años fueron tradicionalmente más bajas que las del resto de los trabajadores. “Esa diferencia favorable”, sigue, “llegó en 1994 a los 9,2 puntos porcentuales respecto a las tasas de paro de las personas de 25 a 54 años. Sin embargo, esa brecha se fue estrechando hasta desaparecer por completo en 2023, cuando el diferencial a ser desfavorable para los mayores”.

Así las cosas, el cambio de signo se mantiene en la actualidad, con una tasa de paro en 2025 del 9,8%, 0,4 puntos más que la cohorte de 25 a 54 años (9,4%), por lo que el empeoramiento relativo experimentado fue, por tanto, muy sustancial.

Por otra parte, el informe destaca que al comportamiento de la probabilidad de empleo y las tasas de paro hay que añadir las mayores dificultades a las que se enfrentan los parados de 55 o más años para salir de esa situación. Así, en la actualidad el 57,9% de los mayores desempleados son parados de larga duración, al llevar más de un año buscando empleo sin encontrarlo.

Es un porcentaje mucho más alto que el de los parados de 25 a 54 años (36,1%) o incluso que el de los de 16 a 24 años, entre los que un 17,8% de los parados son de larga duración. Además, la menor probabilidad de empleo va acompañada de una peor calidad promedio de los nuevos trabajos conseguidos.

Los mayores de 55 años registran por primera vez una tasa de paro superior a la de los trabajadores de entre 25 y 54 años. (Imagen: archivo)
Los mayores de 55 años registran por primera vez una tasa de paro superior a la de los trabajadores de entre 25 y 54 años. (Imagen: archivo)

Misma edad, condiciones opuestas

En el caso de los que acaban de encontrar un empleo, un 52,6% tiene un empleo temporal, con un 10% de empleo precario (asalariados con contratos temporales de hasta 3 meses) y otro 4,5% son fijos discontinuos. Por el contrario, entre los asalariados mayores con más de 25 años de antigüedad, la tasa de temporalidad es solo del 2%, apenas hay empleo precario y el porcentaje de fijos discontinuos se reduce a la mitad (un 2,4%).

Los nuevos empleos que resultan accesibles para los mayores son menos estables y se caracterizan por concentrarse en ocupaciones de menor calidad y que requieren menos cualificación. De hecho, de los mayores con nuevos empleos, solo un 15,6% tiene puestos de alta cualificación, mientras que un 29,4% se emplea en ocupaciones elementales. Como contrapartida, los de 25 a 54 años las ocupaciones de más calidad representan el 29,1% del total y las elementales el 20%, mientras que para los jóvenes de 16 a 24 años los porcentajes son del 27% y el 15,5%, respectivamente.

Los mayores de 55 años registran por primera vez una tasa de paro superior a la de los trabajadores de entre 25 y 54 años. (Fuente: archivo).
Los mayores de 55 años registran por primera vez una tasa de paro superior a la de los trabajadores de entre 25 y 54 años. (Fuente: archivo).

Fuerte brecha salarial

En cuanto al salario, los datos de la Encuesta de Estructura Salarial cuatrienal más reciente, referidos a 2022, indican que la ganancia media anual de los mayores es más elevada que la del resto de asalariados (30.038 euros frente a 26.855 en el caso de los de 25 a 54 años).

Sin embargo, para los mayores con menos de un año de antigüedad en el puesto de trabajo el salario es mucho más reducido (19.558 euros), algo más bajo que el de los asalariados de 25 a 54 años en similar situación (19.837 euros) y a gran distancia del salario medio de los mayores que no interrumpieron su carrera profesional alcanzan los 40.520 euros, con 30 años de antigüedad.

Serrano afirma que la empleabilidad de los mayores es especialmente preocupante en un contexto de envejecimiento poblacional como el que experimenta España y dificulta los esfuerzos por retrasar la edad de jubilación y prolongar la vida activa de las personas, “una de las vías para reducir la presión que sufre el sistema de pensiones y garantizar su sostenibilidad”.

En este sentido, destaca el experto, la formación aparece como una palanca que incrementa notablemente la empleabilidad de los mayores y favorece una mejor nueva inserción laboral en aspectos relevantes, aunque no asegura por completo conseguir un empleo o su calidad.

Así, por ejemplo, entre los mayores de 55 años con estudios superiores la tasa de paro cae a poco más de la mitad (5,4%)”, subraya.

Además, la estabilidad de sus nuevos empleos se incrementa sustancialmente (6 puntos menos de temporalidad y 4,2 puntos menos de empleo precario) y mejoran las ocupaciones: los empleos de alta cualificación ascienden al 49,1% mientras que las ocupaciones elementales solo representan el 9%. “El salario de los nuevos empleados mayores alcanza los 34.000 euros si cuentan con un grado universitario”, concluye.