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La figura del rey Felipe VI vuelve a situarse en el centro del debate político al dirigir duras palabras contra el independentismo catalán, acusándolo de fomentar "discursos totalitarios" y "identidades excluyentes" durante su intervención en el Monasterio de Montserrat.

Esta crítica pública -en territorio simbólico para el nacionalismo- coincide con el milenario de este importante enclave y ha encendido la chispa de nuevas protestas.

La reacción no se ha hecho esperar: la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y otros colectivos organizados convocaron una protesta que incluyó abucheos, esteladas y cánticos contra la monarquía.

Los manifestantes consiguieron modificar los planes de acceso del monarca, que evitó la entrada principal tras registrarse algunos enfrentamientos con los Mossos d'Esquadra.

Un ataque directo al núcleo independentista

Durante su discurso en catalán, el rey Felipe VI hizo un llamamiento contra el extremismo y los "prejuicios morales" dentro del debate político. Estas palabras no fueron de poca importancia: Montserrat, uno de los lugares más vinculados al nacionalismo catalán, fue el escenario para enviar el mensaje.

Pese al tono solemne y centrado en la "perseverancia" y "ética" benedictina, su intervención molestó a líderes independentistas como Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, quienes advirtieron de que se trata de una estrategia para "españolizar Cataluña".

Protestas que alteran itinerarios y generan tensión

La presencia de la ANC y otros grupos obligó a las autoridades a desviar el acceso real por rutas alternativas, evitando enfrentamientos directos frente a la Abadía.

Pese a ello, se registraron momentos de tensión: un manifestante fue denunciado por agredir con el asta de una estelada a un agente, y una veintena de personas fueron identificadas.

En total, unos doscientos activistas se movilizaron en diferentes accesos al monasterio, en una clara señal de rechazo. Aunque la ANC llamaba a "que no pusiera ni un pie" en Montserrat, fuentes locales señalan que la convocatoria quedó muy por debajo de las expectativas.

El independentismo busca recuperar protagonismo

La movilización en Montserrat representaba un intento del soberanismo por recuperar visibilidad y tensión política tras el declive del procés. El uso del rechazo a la monarquía, junto a la defensa del catalán, se perfila como nueva vía de movilización.

Este repliegue ha mostrado también las fracturas internas. Solo grupos como ANC y Coordinadora Antimonárquica de Girona respondieron al llamamiento, mientras otros sectores se mantuvieron al margen.

La baja participación sugiere una pérdida de fuerza del marco protestatario tradicional.

Un pulso institucional marcado por símbolos

La visita del rey, la primera tras 14 años a Montserrat, tiene un componente simbólico potente: busca contribuir a la "normalización" de la monarquía en Cataluña, reforzada por los actos conmemorativos del milenario.

Sin embargo, las manifestaciones y el rechazo dejan claro que la reconciliación aún choca con resistencias.

Mientras tanto, la Iglesia en Montserrat muestra su ambigüedad histórica y su posición neutral: el abad actual promueve la inclusión, a pesar de las críticas cruzadas por su papel político pasado.

Así, el escenario se configura como un cruce de mensajes: el monarca ofrece unidad, los independentistas responden con protesta, y el clero intenta mantener la paz.

El acto final del monarca en Montserrat refuerza la tensión latente. Felipe VI cambia el pulso político por el simbólico, con una Cataluña que lo recibe entre aplausos de unos y reproches de otros.

Escrito en parte con información de EFE