Aunque el Vaticano suele asociarse con tradiciones milenarias, rezos solemnes y figuras revestidas con sotana, el nuevo Papa León XIV rompe ese molde con una imagen inesperada: la de un hombre sereno, de fe firme... y cuerpo entrenado.
Antes de ser elegido Sumo Pontífice, Robert Francis Prevost acudía con regularidad a un gimnasio de Roma, donde pasaba inadvertido entre bicicletas estáticas, pesas y rutinas aeróbicas.
Su paso por el gimnasio Omega, ubicado en el barrio Prati, no fue efímero. Durante casi dos años, entrenó allí dos o tres veces por semana. Lo hacía como un cliente más, sin atisbos de jerarquía. Nadie sospechaba que ese hombre afable y constante sería, poco tiempo después, el nuevo Papa.
La historia tomó notoriedad cuando su entrenador personal reveló detalles del vínculo que compartían. Ahora, su figura genera fascinación tanto dentro como fuera del ámbito eclesiástico.
La rutina del Papa León XIV en el gimnasio Omega
El gimnasio Omega se encuentra a unas pocas cuadras del Vaticano. Allí, León XIV -entonces aún cardenal- desarrollaba una rutina sencilla pero exigente. Según reveló su entrenador, Valerio Masella, de 26 años, las sesiones duraban una hora y combinaban ejercicios aeróbicos y de fuerza.
"El entrenamiento típico incluía 15 minutos de cinta o bicicleta, luego algo de pesas y ejercicios de equilibrio y respiración", explicó Masella.
"Siempre fue muy disciplinado. Nunca llegó tarde y jamás se quejó. Era evidente que para él no era solo una cuestión física, sino parte de una rutina más profunda".
El Papa realizaba su entrenamiento con ropa deportiva común y evitaba llamar la atención. Para todos, era simplemente "Robert". De hecho, ni siquiera su entrenador sabía que estaba tratando con un alto jerarca de la Iglesia.
"Me enteré por televisión, como todos. Fue un impacto. No podía creer que el hombre al que entrené tanto tiempo era ahora el nuevo Papa", dijo Masella.
Un estilo de vida que integra cuerpo y espíritu
La elección de León XIV marcó un cambio de época. Su historia de gimnasio no es solo una anécdota: refleja un modo de vivir la fe desde el cuerpo. Según quienes lo conocen, no se trata de vanidad ni de estética, sino de equilibrio.
En palabras del propio Masella: "Robert siempre decía que el cuerpo era un instrumento para servir mejor. Que si uno no está bien físicamente, tampoco puede ayudar a los demás".
El dueño del gimnasio, Alessandro Tamburlani, también quedó sorprendido al enterarse de quién era su cliente habitual. "Cuando vi la noticia, se me puso la piel de gallina. Es una buena persona, alguien con quien conversábamos después de cada sesión. Me alegra saber que un hombre así lidera ahora la Iglesia", declaró al medio El Confidencial.
León XIV no abandonó sus valores al asumir el cargo. De hecho, varios voceros del Vaticano confirmaron que mantiene una rutina física adaptada a su agenda, y que promueve entre sus colaboradores hábitos de salud y cuidado corporal. Para muchos, su ejemplo representa un nuevo paradigma de espiritualidad activa.
¿Qué dice la Iglesia sobre el cuidado físico?
Aunque no es común ver figuras religiosas en un gimnasio, la Iglesia Católica tiene una larga tradición sobre el valor del cuerpo. San Pablo ya decía que "el cuerpo es templo del Espíritu Santo", y muchos santos promovían el equilibrio entre la vida espiritual y física. Sin embargo, en los últimos siglos, esa dimensión fue relegada en la práctica.
León XIV parece recuperar esa línea olvidada, sin estridencias, desde la acción concreta. No hizo de su entrenamiento un símbolo público, pero su ejemplo silencioso se volvió símbolo de una nueva etapa. Una Iglesia más cercana, más humana y también, más saludable.
"Él nos enseñó que rezar y sudar no son incompatibles", bromeó Masella en una entrevista. Y aunque no todos los Papas seguirán su ejemplo, está claro que León XIV dejó una marca indeleble también en el gimnasio.