A lo largo del tiempo, científicos y arqueólogos han cuestionado la precisión de diversos episodios bíblicos, especialmente aquellos que relatan eventos y construcciones de épocas históricas.
La biblia ha sido, durante siglos, una fuente de fe y reflexión, pero también un punto de discusión entre la religión y la ciencia. Aunque muchos de sus relatos son considerados sagrados, no siempre han contado con el respaldo de evidencias históricas.
Sin embargo, un reciente descubrimiento arqueológico en Jerusalén ha confirmado la veracidad de un relato que había sido puesto en duda por décadas. La ciencia ha demostrado que un pasaje de la Biblia, específicamente el que describe la construcción de una muralla en la antigua Jerusalén, es históricamente exacto.
El increíble hallazgo de la muralla de Jerusalén en la Biblia
A lo largo de los años, la muralla de Jerusalén ha sido objeto de estudio por parte de arqueólogos y expertos, quienes sostenían que su construcción fue ordenada por el rey Ezequías en respuesta al avance del Imperio Asirio tras la caída de Israel. Esta hipótesis contradecía lo expuesto en el libro bíblico de II Crónicas 26:9, que establece que la muralla fue erigida bajo el mandato del rey Uzías, mucho antes de la invasión asiria.
El hallazgo realizado por el Instituto de Ciencia Weizmann y la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) ha refutado dicha interpretación, confirmando que la muralla fue, de hecho, construida durante el reinado de Uzías.
El descubrimiento de una sección oriental de la muralla, levantada poco después de un devastador terremoto que afectó a Israel, ha corroborado que el relato bíblico sobre el rey Uzías y la fortificación de Jerusalén es veraz.
Los investigadores aplicaron nuevas técnicas de datación que permitieron obtener una cronología más precisa, cerrando así la brecha que existía entre la arqueología y el texto bíblico.
El tiempo que tomó a la ciencia validar este relato bíblico
El retraso en la confirmación de este hallazgo se atribuye a las limitaciones de las técnicas arqueológicas anteriores, las cuales presentaban márgenes de error que oscilaban entre 200 y 300 años al momento de datar estructuras antiguas. Estos métodos tradicionales dificultaban la identificación precisa de las fechas de los eventos, lo que condujo a una interpretación errónea sobre la construcción de la muralla.
Gracias a los avances tecnológicos en el ámbito de la arqueología, tales como la datación por carbono y el análisis de isótopos, los arqueólogos han logrado establecer con mayor precisión la fecha de la muralla de Jerusalén.