

En 1997, Albania se encontraba sumida en el caos. El país, que había transitado desde una férrea dictadura comunista hacia el capitalismo, experimentaba una de las peores crisis de su historia. Miles de ciudadanos, atraídos por promesas de altos rendimientos en poco tiempo, cayeron en el esquema Ponzi que terminó por colapsar la economía. La estafa fue tan descomunal que provocó un estallido social, marcando para siempre a Albania y su gente.
Las pirámides financieras, ofrecían ganancias de hasta el 400% en solo meses, y fueron apoyadas tácitamente por el gobierno albanés, que no solo permitió su existencia sino que las promovió, aprovechando el colapso del sistema financiero tras la caída del comunismo. La gente, ilusionada por la posibilidad de mejorar su situación económica, vendió sus casas y bienes para invertir en estas falsas promesas, tal como cuentan en Xataka.
El colapso y la insurrección
Para inicios de 1997, todo se derrumbó. Los fondos no podían seguir pagando las altas rentabilidades prometidas, y las pirámides se desmoronaron. Esto provocó una insurrección generalizada. Miles de albaneses, que habían perdido todos sus ahorros, se lanzaron a las calles en protesta, enfrentándose violentamente con el gobierno. El país cayó en la anarquía: el ejército y la policía fueron desbordados, y los ciudadanos saquearon armerías y edificios gubernamentales.

Más de 2000 personas murieron en los disturbios, y el caos obligó a las tropas internacionales, lideradas por Italia y otros países, a intervenir para restaurar el orden. A pesar de los intentos por estabilizar la situación, el daño ya estaba hecho. Las familias quedaron en la ruina, y muchos optaron por emigrar a países vecinos como Italia y Grecia.
Un sistema que aprovechó la desesperación
El esquema Ponzi no solo aprovechó la desesperación de los albaneses, sino también la falta de infraestructura y regulación de un país que apenas comenzaba su transición al capitalismo. Tras décadas de dictadura comunista, el pueblo albanés, falto de educación financiera y sumido en la pobreza, fue presa fácil de estos esquemas. El gobierno, debilitado y corrupto, permitió que estos esquemas crecieran sin control.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) recomendó que el gobierno no devolviera el dinero perdido, lo que avivó aún más la rabia de la población. La operación militar internacional Operación Alba, liderada por Italia, fue clave para pacificar la situación, pero el daño económico y social que dejó esta estafa fue inmenso y se sintió durante décadas.

Las secuelas en Albania y la recuperación posterior
Hoy en día, aunque Albania ha logrado cierta estabilidad, las cicatrices de este colapso siguen presentes. Muchos albaneses aún recuerdan con dolor los días de anarquía, las pérdidas económicas y la violencia. El éxodo masivo hacia otros países, como Italia y Grecia, dejó una diáspora importante que perdura hasta nuestros días.
De hecho, Albania ha experimentado una notable recuperación económica en las últimas dos décadas, en gran parte gracias al auge del turismo. Tras el caos de los años noventa, el país comenzó a abrirse al mundo, atrayendo a turistas interesados en sus playas vírgenes, paisajes montañosos y sitios históricos que habían permanecido inaccesibles durante décadas de dictadura comunista. Las costas del mar Jónico y Adriático, junto con ciudades como Tirana y Berat, han atraído a visitantes europeos, especialmente de Italia y Grecia. Esto generó inversiones en infraestructura turística, incluyendo hoteles, restaurantes y transporte.
El patrimonio cultural albanés también ha jugado un papel clave en esta transformación. Ciudades como Gjirokastra y Butrint, ambas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, han capturado el interés de turistas internacionales. Además, el gobierno albanés ha impulsado campañas de marketing que presentan al país como un destino asequible y atractivo en los Balcanes, lo que ha ayudado a diversificar la economía y reducir la dependencia del sector agrícola. Con un crecimiento continuo en la llegada de turistas, Albania ha consolidado el turismo como uno de los pilares de su recuperación económica.
















