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Durante años, el pueblo de Salto de Castro, en la provincia de Zamora, fue solo una postal detenida en el tiempo. Sus casas vacías, su bar sin clientes y su iglesia silenciosa eran los restos de un proyecto hidroeléctrico que quedó atrás.

Pero en 2023, Jason Lee Beckwith, un empresario estadounidense, lo vio en un portal inmobiliario y no lo dudó: pagó 310.000 euros por la totalidad del pueblo.

La historia dio la vuelta al mundo. Un hombre que no hablaba español, que no tenía experiencia previa en rehabilitación rural y que venía de California, decidía apostar por uno de los símbolos más visibles de la llamada España vaciada. Pero a casi dos años de aquella compra, Beckwith enfrenta una realidad mucho más compleja de la que imaginaba.

De la ilusión al vértigo: cuando el pueblo te supera

Beckwith no compró una casa, ni siquiera un terreno. Compró 44 viviendas, un bar, una iglesia, una escuela, una piscina, una casona de antiguos ingenieros, y hasta una pista deportiva.

Todos los edificios estaban en estado de abandono, y restaurarlos implicaba cumplir con exigencias legales, normativas urbanísticas, cuestiones medioambientales y, sobre todo, un presupuesto millonario.

El propio Jason calculó que necesitaría entre cinco y seis millones de euros para llevar a cabo su visión: un complejo turístico rural autosostenible.

Pero no todo es dinero. Beckwith reconoció en entrevistas que subestimó los tiempos, los permisos y la logística. "Me enamoré del lugar, me sentí como en casa... pero no sabía en lo que me estaba metiendo", declaró a Infobae.

Además, muchos vecinos de los alrededores esperaban una reactivación inmediata. Sin embargo, la burocracia ha retrasado cualquier avance visible y los meses pasan con muy pocos cambios concretos.

La España vaciada y el espejismo de la repoblación exprés

La historia de Salto de Castro refleja un fenómeno que se repite en otras zonas rurales de España: pueblos abandonados que se ponen a la venta por precios accesibles, atrayendo inversores con buenas intenciones, pero sin una hoja de ruta realista.

La compra de Beckwith generó expectativas dentro y fuera de la comunidad, y reactivó el debate sobre si la repoblación rural puede lograrse con proyectos individuales, sin apoyo institucional ni planificación estatal.

A pesar de las dificultades, Jason no se rinde. Ha creado una sociedad limitada en España, está aprendiendo el idioma y comenzó a trabajar con asesores que lo ayuden a delinear una estrategia viable.

Su objetivo sigue siendo levantar un proyecto turístico en Salto de Castro que respete el entorno, que no destruya la identidad del pueblo y que genere empleo local.

El pueblo está ubicado en una reserva de la biosfera reconocida por la UNESCO, y su paisaje natural es uno de sus mayores activos. Pero Jason sabe que si no consigue inversores, técnicos y acompañamiento público, el sueño podría quedar en pausa por tiempo indefinido.