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Durante décadas, la crianza infantil ha estado plagada de advertencias que, aunque repetidas hasta el cansancio, carecen de sustento científico. Una de las más extendidas es la idea de que los niños se "acostumbran" a determinadas prácticas -como los brazos, el pecho o el colecho- hasta el punto de volverse dependientes de ellas para siempre.

Esta creencia ha generado ansiedad en muchas familias, llevándolas a adoptar medidas que no siempre se alinean con el desarrollo natural del menor. Sin embargo, el reconocido pediatra Carlos González ha desmontado de forma clara y contundente este mito, aportando una mirada basada en la psicología y el crecimiento infantil.

Carlos González: la psicología detrás del mito de la costumbre en los niños

Carlos González, referente en crianza respetuosa, ha explicado que el concepto de "acostumbrarse" suele malinterpretarse. Según el pediatra, afirmar que un niño nunca dejará de pedir pecho o no aprenderá a dormir solo porque lo ha hecho durante un tiempo determinado, no tiene base científica.

"¿Entonces también se acostumbran al pañal y nunca irán al váter? ¿Se acostumbrará a ir en el cochecito y no caminará nunca? Pues la verdad es que no; los niños llevan pañal durante tres años y luego van al váter, los niños van en cochecito durante años y luego caminan", plantea el experto.

A su juicio, el desarrollo infantil demuestra justo lo contrario: los niños cambian sus hábitos a medida que crecen porque, sencillamente, maduran.

Desde la psicología, el término "acostumbrarse" hace referencia a una respuesta decreciente ante un estímulo repetido. Así lo ilustra González: si alguien se sobresalta con un petardo aislado en la calle, pero no reacciona igual durante una fiesta repleta de explosiones, es porque se ha acostumbrado. Esa es la verdadera adaptación, no la supuesta permanencia de conductas infantiles por haberlas repetido.

Crianza y respeto a los ritmos de los niños: la afirmación de Carlos González

El planteamiento del pediatra ofrece un respiro a muchas familias que se enfrentan a presiones sociales para acelerar la independencia de sus hijos. González defiende que no se debe temer a dar cariño o presencia a los niños cuando la necesitan, ya que estas etapas no son eternas.

Tal como ocurre con el chupete, el gateo o el uso del pañal, llegará el momento en que los pequeños den el siguiente paso por sí mismos.

El mensaje es claro: ofrecer apoyo y contención favorece que los niños desarrollen la confianza suficiente para avanzar por sí solos cuando estén preparados.