

La reforma de los baños atraviesa un momento de transformación marcado por la búsqueda de soluciones más prácticas, elegantes y asequibles. El tradicional plato de ducha, que durante años fue la opción más extendida, está perdiendo terreno frente a una propuesta que combina estética, comodidad y ahorro: la ducha a ras de suelo con acabados continuos como el microcemento o la cerámica.
Interioristas y expertos en diseño de interiores coinciden en que esta tendencia se ha convertido en la favorita de quienes buscan un baño moderno y funcional.
Además del aspecto económico -ya que evita el gasto en un plato de ducha convencional que puede superar los 300 euros-, esta alternativa destaca por su integración visual y su mayor durabilidad.
La clave está en la impermeabilización del suelo con kits específicos y en la instalación de desagües ocultos que mantienen la uniformidad del espacio, generando una sensación de amplitud difícil de lograr con otros sistemas.
¿Por qué la ducha a ras de suelo resulta más ventajosa?
Los beneficios de esta opción van más allá de lo estético. La continuidad del suelo evita cortes visuales y aporta amplitud, un punto clave en baños pequeños donde cada centímetro cuenta.

Su limpieza es mucho más sencilla: al no tener bordes ni un plato convencional, desaparecen los rincones donde suele acumularse el moho. A esto se suma su carácter accesible, ya que al estar al mismo nivel del suelo elimina barreras físicas, lo que la convierte en una solución cómoda y segura para todas las edades.
Otra ventaja es su versatilidad. El microcemento, cada vez más usado en interiores por su resistencia y acabado minimalista, permite unificar la estética del baño con un diseño continuo y sin interrupciones.
También puede aplicarse la misma cerámica del resto del espacio, logrando una integración armónica que imita los baños de lujo que suelen verse en revistas, pero con un coste mucho más reducido.
¿Cómo se consigue una ducha sin plato tradicional?
El proceso requiere materiales y técnicas específicas, pero no es complejo. El primer paso consiste en impermeabilizar el área con láminas especiales que garantizan que no haya filtraciones.
Luego se aplica el acabado elegido -microcemento o cerámica-, de forma que el suelo del baño y la zona de la ducha se fusionen en una sola superficie continua.

El detalle final lo aporta el sistema de drenaje oculto. En lugar de un desagüe visible en medio del plato, se colocan canaletas integradas o rejillas discretas que mantienen la uniformidad del diseño. El resultado es una ducha elegante, funcional y económica que responde a las necesidades actuales de practicidad, higiene y estilo.












