El sector energético argentino, uno de los eslabones de la economía que más dolores de cabeza le dio al kirchnerismo en la última década, es un productor frecuente de paradojas. En 2005, la petrolera Shell, al mando de Juan José Aranguren, ordenó un aumento en el precio de algunos de sus combustibles. Por aquellos días, el congelamiento en los surtidores era una ley tácita para el ex presidente Néstor Kirchner, que ordenó un boicot contra la empresa. También fue el principio de una contienda en tribunales contra la empresa y el propio Aranguren, que llevó adelante el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.

Siete años más tarde, Shell volvió una vez más a retocar los precios en las estaciones de servicio. Fue la semana pasada. Pero lejos de generar la ira del Gobierno, fue imitada por la recién nacionalizada YPF, al mando de Miguel Galuccio, un día más tarde. La empresa de bandera local justificó la decisión en que no debe quedar muy distanciada de los valores de la competencia.

En la práctica, según informaron desde YPF, aplicó un aumento promedio a nivel nacional de un 3,4%. Si bien el número parece magro, le permitirá embolsar, cuanto menos, $ 1.000 millones adicionales en el promedio anual de facturación por venta de combustibles, de acuerdo con cifras extraoficiales que circulan por los pasillos de la torre que la empresa tiene en Puerto Madero. Implican, por caso, un 6% de los u$s 3.500 millones que Galuccio prometió invertir este año.

El número crece aún más si se toman en cuenta otros productos, algo sobre lo cual en la empresa prefieren no divulgar. La compañía facturó el año pasado $ 57.500 millones por todo concepto. De ese total, $ 49.544 millones, de acuerdo con sus balances, corresponden al downstream, que en la jerga petrolera se refiere a la comercialización y distribución de combustibles. Sobre esa base hay que aplicar dos aumentos: cerca de un 7% en marzo, cuando la empresa aún estaba bajo la gestión de la familia Eskenazi y la española Repsol, y el de la semana pasada. La facturación anual en ese rubro, entonces, alcanzará casi $ 55.000 millones si este año se repiten los volúmenes de venta.

De manera que si el aumento de la semana pasada se aplica sobre todo el rubro, Galuccio se habrá asegurado casi $ 2.000 millones adicionales de fondos genuinos. En la empresa no dieron precisiones con respecto a eventuales aumentos sobre otros productos, más allá de las naftas y el gasoil.

El incremento de la semana pasada encierra otro argumento incierto por parte de la empresa nacionalizada. La primera suba aplicada por Shell la semana pasada rigió para las bocas de expendio de la Ciudad de Buenos Aires. En cambio, YPF repitió el movimiento a nivel nacional y en mayor porcentaje.

Más allá de los aumentos de precio, todas las petroleras están de acuerdo en que están justificados debido a los aumentos de costos. Es un tema que desvela al timonel de YPF, debido a que sus números muestran una tendencia muy clara: en una economía con inflación, en 2010 un 67% de la facturación de la compañía, la más grande del país, se destinó a cubrir los costos. Ese número, ya alto, trepó hasta un 74% el año pasado, por lo que reduce sus márgenes de ganancia, que el Gobierno tiene previsto a destinar a inversiones.