El 14 de marzo de 2009 duró 25 horas en la Argentina. Ese día, a la medianoche, hubo que atrasar los relojes una hora, por lo que dos veces se transcurrió entre las 23 y las 24 horas de ese día. Fue la última vez que hubo un cambio de horario en la Argentina, pero puede que dentro de poco ya no lo sea. El jueves pasado, la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto que busca cambiar el horario del país durante el período invernal.
El proyecto fue presentado por el radical Julio Cobos, defensor de la causa del cambio de hora desde hace décadas. En concreto, propone que Argentina adopte el huso horario UTC-4, a diferencia del UTC-3 que utiliza actualmente. La referencia es con el meridiano de Greenwich,ubicado en Reino Unido: actualmente Argentina está tres horas por detrás y pasaría a tener cuatro horas de diferencia con ese país.
Pero no sería para todo el año. El proyecto prevé el regreso del horario de verano: cada año, la Argentina adoptaría el UTC-4 durante el invierno y UTC-3 para el verano. El poder Ejecutivo sería el encargado de definir, cada año, cuándo se adelantarían -o atrasarían- los relojes.
Pero, ¿qué sucedería en términos prácticos? Por ejemplo, el 1 de julio en Buenos Aires amanece alrededor de las 8 horas y el sol se pone cerca de las 18 horas. Si cambia el horario, ambas cosas sucederían una hora antes, de 7 a 17 horas. Es decir, se ganaría una hora de sol, de 7 a 8 de la mañana, y se perdería una por la tarde, de 17 a 18.
Lo cierto es que, técnicamente, el territorio argentino no se encuentra en la franja que correspondería a la hora solar UTC-3. El tiempo universal coordinado consiste de 24 zonas horarias: se divide al planeta en 24 franjas longitudinales y cada una cuenta con una hora. Según este ejercicio, buena parte del país se encuentra en el UTC-4 y la parte más occidental, cercana a Chile, está en el UTC-5. De hecho, el mayor desfase se encuentra en la zona cordillerana. Como Mendoza, la provincia de la que es oriundo Cobos.
De esta forma, el argumento es que nos acercaríamos a lo que corresponde según marca el sol. Ya no tendríamos la misma hora de, por ejemplo, Río de Janeiro y Montevideo, sino que estaríamos alineados con Asunción, La Paz y Santiago. Según los fundamentos del proyecto, esto traería beneficios económicos por el uso de la energía, aunque no queda claro de qué manera se podría ahorrar energía con la modificación.
Andrea Pattini, investigadora del CONICET, argumentó a favor del cambio de horario. Sostiene que "no iniciar las actividades diurnas con luz natural provoca jetlag social, también conocido como descompensación horaria o trastorno por desfase horario (disrupción circadiana). En términos prácticos, el principal estímulo sincronizador es la luz de la mañana, que tiene efectos positivos sobre los niveles de alerta y el estado de ánimo".
Del otro lado se argumenta que, aunque es cierto que hay un desfase respecto a la hora solar que correspondería, muchos de los horarios de la vida cotidiana ya están adaptados a esa realidad. Es decir, que se termine de trabajar o se cene más tarde que en otros países es una adaptación a ese desfase horario. A esto se agrega que la mayoría de la población argentina se ubica en el este del país, en donde el desfase es menor.
¿En qué huso se ubica la Argentina? Historia del cambio y las decisiones políticas
En 1920, Argentina adhirió al huso horario -4. Una década más tarde, comenzó a alternarse con el -3 durante el verano. En 1970 se decidió suprimir el horario de verano. Pero se optó por el -3 en vez del -4 para mantener durante todo el año.
En total, el país tuvo 57 cambios de horario durante su historia. Los últimos fueron durante la gestión de Cristina Kirchner: entre 2007 y 2009 se estableció un horario de verano, con el argumento del ahorro energético. Sin embargo, en aquel momento se cambiaba entre el -3 en invierno y el -2 en verano, aún más desfasado. Para ejemplificar: el -2, por la hora solar, es el que se corresponde con el extremo oriental de Brasil.
En aquel momento, algunas provincias occidentales optaron por no sumarse al cambio de horario. Por eso, durante un tiempo hubo más de un huso horario en la Argentina, según el lugar. Que haya más de un huso horario es una práctica habitual en el mundo, sobre todo en países distribuidos de este a oeste, al revés que la Argentina. Rusia, el país más grande del mundo, tiene once husos distintos.
Lo cierto es que cada país puede determinar lo que marcan los relojes, por lo que existen muchas divergencias. China, al revés que Rusia, decidió tener un solo huso en todo su territorio. Si se cruza la frontera de China con Afganistán habrá que mover los relojes tres horas y media, ya que se pasa del UTC+8 al UTC+4:30.
Varios países optaron por números no redondos como Afganistán. Irán tiene el huso +3:30 y hay zonas de Australia con el llamativo +8:45. Incluso hasta se puede cambiar de día. En 2011, en Samoa no existió el 30 de diciembre. Del 29 se pasó al 31 y el país pasó a ser uno de los primeros en recibir cada año nuevo. Es decir, se trata de una potestad de cada estado según lo que marca el sol pero también según las costumbres, las oportunidades comerciales y los vecinos.
Alternativas al cambio de hora
En la discusión sobre el cambio de horario, existían distintas posibilidades para atender al reclamo del cual Cobos es vocero. Una es mover todo el país al -4 durante todo el año. Es que el uso del horario de verano no demostró ser efectivo para lo que se concibió -el ahorro energético- y causó distintos trastornos en la población. Por eso, muchos países que lo utilizaron decidieron dar marcha atrás.
Otra opción es que cada provincia elija qué huso utilizar. Las más occidentales o patagónicas podrían optar por el -4, mientras que las orientales podrían quedar con el -3. También se ha explorado la posibilidad de cambiar el horario de actividades: si es un problema que los alumnos vayan a la escuela cuando todavía es de noche, se podría atrasar el inicio de las clases por ejemplo.
Igualmente, habrá que ver qué pasa en el Senado. En Diputados requirió una mayoría especial de dos tercios, ya que no tenía despacho en comisión. Se alcanzó gracias a los 151 votos del radicalismo, Unión por la Patria y otros bloques opositores. Los 69 rechazos correspondieron, en gran medida, a La Libertad Avanza y el Pro.