Por qué LLA no quiere una coalición para competir en las elecciones 2025

Apenas unas horas después del llamado a extraordinarias, los cruces entre referentes amarillos y libertarios volvieron a prender la mecha de la desconfianza. Hay una explicación que se desprende de los hechos y no los sentimientos: la estrategia que se concibe hoy dentro del Triángulo de Hierro no contempla el formato de una coalición en los términos tradicionales que conocemos para competir en 2025. Esa es quizás la principal disyuntiva que traba la posibilidad de una alianza con el PRO. Desde el partido amarillo, que nunca terminó de entender el porqué de su derrota en 2023, se trata de recuperar las banderas perdidas, imponiéndole al Gobierno una idea política. Del otro lado, no entienden por qué ceder si el que se encuentra en la posición dominante, en lo alto de la colina, ya no es el PRO. El mileísmo puro denosta la política en términos tradicionales. Consideran que las coaliciones en términos de competencia electoral cargan en sus entrañas con la semilla de su propia destrucción. A contramano del dogmatismo que prevalece en algunas decisiones, esta conclusión se apoya en el empirismo más puro: las últimas dos coaliciones que gobernaron la Argentina, abroquelando fuerzas atadas al espanto, concluyeron antes del tiempo que soñaron. En una de las múltiples cuentas fantasma en X atribuidas a Santiago Caputo, un mensaje lo sintetizó: si el objetivo se reduce a retener el poder por el poder mismo, la consecuencia inmediata es que "se postergan decisiones antipáticas" con tal de ganar. Y esa claudicación es la que, a la larga, conduce al fracaso. Así lo entienden quienes están convencidos que en la derrota de 2019 pesaron más los errores propios que la oferta de algo novedoso del otro lado. "Fíjense que LLA ha hecho más con 15% del Congreso que Cambiemos con mayoría legislativa", zanjó el autor del mensaje. En 2024, La Libertad Avanza arrancó un lento proceso que implicó quebrar el capullo que lo había llevado al poder bajo un formato de coalición tradicional para convertirse en algo diferente, que no es más que una reedición de los viejos partidos verticalistas, dogmáticos y fuertes, que hace tiempo perdieron brillo en gran parte del mundo. Una fortaleza caracterizada por la ausencia de discusiones internas, enhebrados en torno a un liderazgo único, donde no hay espacio para los que buscan diferenciarse. Dentro de esa lógica, los planteos programáticos de un socio carecen de margen. La única cesión posible que concibe el Triángulo es la de negociar lugares en las listas en los términos dispuestos por la posición dominante. Un precio demasiado que se paga con la disolución de la identidad partidaria.

Por qué LLA no quiere una coalición para competir en las elecciones 2025

En 2024, la fuerza del Presidente arrancó un lento proceso que implicó quebrar el capullo que lo había llevado al poder bajo un formato de coalición tradicional para convertirse en algo diferente

Mariano Beldyk

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