En cuanto la dirección sea llevada por los argentinos no tenemos que tener prejuicios de que bajo la forma de joint ventures, de unidades transitorias de empresas y de todas las modalidades modernas de negocios que hoy imperan en el mundo podamos asociarnos con otras empresas estatales, con empresas privadas, con capitales nacionales. Las palabras corresponden a la presidenta Cristina Fernández durante el anuncio de nacionalización del 51% de las acciones de Repsol en YPF, en abril.
Dos meses más tarde, Miguel Galuccio el presidente y CEO de la compañía nacionalizada elabora desde el piso 32 de la torre de Puerto Madero asociaciones alternativas que le permitan cumplir con los deseos de la primera mandataria y, al mismo tiempo, zanjar la demora en la toma de decisiones por parte de compañías petroleras norteamericanas, que fueron la primera opción.
La empresa negó oficialmente esta situación, pero fuentes oficiales reconocieron que se evalúan otras alternativas. Entre los nombres recién ingresados por Galuccio a la órbita de potenciales socios de YPF figuran inversores de Vietnam y Azerbaiján, dos latitudes casi desconocidas dentro del mundo petrolero doméstico. Completarán una lista más amplia que incluye capitales de Rusia y de China. Y podría sumarse a la lista Argelia.
Sucede que por su anterior trabajo, en la transnacional Schlumberger, el número uno de YPF tiene una visión global a la hora de evaluar posibles inversores. Y cuenta con una carta fuerte para negociar: el ingreso de otras naciones, bajo la tutela de la empresa nacional, a los recursos de Vaca Muerta, uno de los yacimientos no convencionales más apetecibles del planeta.
En todos los casos el timonel de YPF, que tiene previsto iniciar una gira en las próximas semanas, y su equipo intentarán explotar algún tipo de vínculo previo con inversores.
En abril de 2007, el presidente de Enarsa, Exequiel Espinoza, cerró un acuerdo de cooperación con Petrovietnam, la estatal de ese país, que apuntaba a la búsqueda de hidrocarburos en el mar y hasta ahora no se tradujo en inversiones concretas. Sin embargo, el Gobierno argentino apuesta que el interés de Vietnam por la geología local no se haya disipado.
El desconocido Azerbaiján, un país euroasiático pegado a Rusia, vive una bonanza petrolera inusitada y tiene dólares para hacer expediciones a otras naciones. Está previsto que el primer día de julio salga una misión comercial a ese destino, en términos similares a los del viaje a Angola.
Los casos de China y Rusia son más conocidos. Con la primera el puente es a través de Sinopec, una firma de la nación asiática que desembarcó en el país en diciembre de 2010 tras la compra de la norteamericana Oxy.
Rusia, en tanto, coqueteó con el petróleo argentino en varias oportunidades, con más ruido que nueces. En 2008, por caso, la petrolera Lukoil negociaba aún el ingreso a Repsol, cuando era la mayor accionista de YPF. Y el gigante Gazprom firmó en julio de 2009 un acuerdo con la Argentina para aumentar su presencia en el mercado local de gas.
Todo ello mientras se demora el acercamiento con las grandes petroleras estadounidense, como Exxon y Chevron.