La historia, dijo Karl Marx y repitió alguna vez Martín Litwak, se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa. En su última newsletter, enviada esta semana a sus suscriptores, el abogado argentino especializado en planificación patrimonial y fiscalidad internacional, eligió contra todo pronóstico esa frase para enmarcar su análisis sobre el nuevo intento de Javier Milei por impulsar un blanqueo de capitales. Según el CEO y fundador de Untitled SLC, el nuevo "plan colchón" del gobierno libertario no solo reincide en una estrategia ya agotada, sino que lo hace con un grado de informalidad y ambigüedad sin precedentes.
Lo que está en marcha, explica Litwak, no es una amnistía fiscal formal, aprobada por el Congreso, sino una suerte de acuerdo tácito entre el Gobierno y los contribuyentes. Un pacto que, sin eliminar delitos ni modificar la ley, invita a los ciudadanos a gastar sus dólares no declarados en la economía real con la promesa implícita de que "nadie los va a perseguir". Como lo definió el propio Presidente en una frase que ya se volvió icónica, la propuesta es gastar sin "dejar los dedos marcados".
El problema, advierte Litwak, es que esa invitación carece de respaldo legal. "Sin una ley del Congreso, la seguridad jurídica de este plan es prácticamente nula. Con una ley del Congreso, pasa de ser nula a ser baja, pero es aún insuficiente", afirmó.
Litwak conoce a Milei. El Presidente incluso prologó uno de sus libros. Y aunque no milita en política, su pensamiento libertario antecede con creces al fenómeno de La Libertad Avanza. Desde hace años viene denunciando lo que llama "la voracidad fiscal de los estados" y defendiendo los paraísos fiscales como refugios legítimos frente a lo que califica como "infiernos tributarios". Pero incluso desde ese posicionamiento, y sin perder su habitual tono profesional, esta vez fue tajante: "No se puede jugar al blanqueo cada dos por tres".
En su análisis, Litwak apunta a la contradicción de fondo del nuevo régimen. Por un lado, alienta a sacar los dólares del colchón. Por otro, no modifica el marco legal que penaliza a quienes lo hagan. "Es algo similar a no eliminar el delito de robo, pero sacar a la policía de la calle y eliminar la iluminación pública para que nadie pueda ver a quienes roban", escribió.
En esta oportunidad, Litwak no se detuvo en el impacto macroeconómico del blanqueo ni en sus eventuales efectos sobre la recaudación. Su foco estuvo puesto en la seguridad jurídica. "¿Cuál es la seguridad que le damos a la ciudadanía cuando cada gobierno, y en este caso el mismo que ya lo hizo, propone un blanqueo de capitales para intentar recuperar algo del dinero que la desconfianza llevó hacia otros refugios?", se preguntó.
La respuesta, para él, es obvia: ninguna. "Y en este caso, al plantearse por fuera del Congreso, jurídicamente se vuelve todavía más inseguro", remarcó.
Desde Miami, donde reside y asesora a clientes de alto patrimonio de distintas partes del mundo -incluyendo celebridades argentinas y deportistas de elite- Litwak observa con preocupación la tendencia cíclica del país a recurrir al blanqueo como salvavidas fiscal. En su recorrido histórico recuerda que lo hicieron Alfonsín, Menem, Cristina Fernández de Kirchner, Macri y, ahora, Milei. La excepción, apunta, fue Néstor Kirchner, que no necesitó apelar al recurso gracias al "viento de cola" que trajo la soja.
Litwak identifica tres grandes problemas en este nuevo intento del Gobierno por seducir a quienes tienen dólares no declarados. Primero, la inseguridad jurídica: sin respaldo legislativo, nadie puede asegurar que el acuerdo implícito no será revertido en el futuro. Segundo, el incentivo a la informalidad: al perdonar una y otra vez a los incumplidores, se castiga a los cumplidores y se destruye la cultura tributaria. Tercero, la señal institucional: "Es una invitación permanente a la informalidad", escribió.
Para el abogado, la lógica detrás del plan responde a una necesidad política, no a una estrategia económica de largo plazo. "Lo único que resuelve es la necesidad de caja de un gobierno", afirmó. "Puede servir para traer el dinero al país o sacarlo del colchón, pero jamás para mejorar la cultura tributaria o para elevar la seguridad jurídica".
Al final de su mensaje, Litwak vuelve a su punto de partida: la falta de confianza. En Argentina, dice, no se fugan capitales por la inflación, sino por la desconfianza. Por eso propone otro camino: "Menos voracidad fiscal y mayor seguridad jurídica". Según su visión, solo así podrán terminar los "manotazos de ahogado" y podrá empezar un proceso real de recuperación de la confianza y de los capitales.
"El único camino que veo para que los argentinos dejen de esconder sus dólares es un programa fiscal a largo plazo, que brinde estabilidad y confianza, que no cambie por capricho ni necesidad de turno", concluyó.